Inspirados en el texto de Isaías (Is 9, 6) que nos habla de “una paz sin fronteras sobre el trono de David”, los obispos de la Iglesia que peregrina en Honduras deseamos enviar a todas las familias un saludo de Navidad. Con razón uno de los cantos de Navidad más universales la describe certeramente como una “noche de paz, noche de amor y clara luz”. Nos a dirigimos a ustedes, queridos hermanos y hermanas que viven su fe en cada una de las parroquias de nuestras diócesis, y a todas las personas de buena voluntad, nuestro deseo es expresar nuestra felicitación, porque Jesús es “causa de gran alegría para todo el pueblo” (Lc 2,10). Él ha nacido entre nosotros y como nosotros. Y esto no es un hecho que quedó en el pasado, sino una novedad que transformó por siempre la humanidad. Por ello la Navidad es ante todo un acontecimiento actual que tiene su fundamento y su fin en Dios, nacido de María en una pobre cueva de Belén (Lc 2, 5-7). No hay mejor manera de celebrar la Navidad que como lo hicieron los pastores: corriendo al portal y adorando al Niño Dios que sostiene María. Así como aquellos pastores fueron juntos a Belén, así también nuestras familias puedan asistir estos días a la Iglesia, para adorar y glorificar juntos a Dios, y pedir la paz en toda la tierra, especialmente en nuestra nación. En este contexto queremos animarles a una actividad fraterna muy concreta. Invitamos a que todos los que creemos en el nacimiento de Jesús en Belén, a que el lunes 1 de enero a las 5 de la tarde, podamos reunirnos en familia, en cada pueblo y en cada barrio, a orar juntos por la paz. No hablamos de una gran concentración, sino de muchos pequeños encuentros ecuménicos de oración que expresen nuestro sincero deseo de paz y de bien para todos. Aprovechamos este medio para darles a todos nuestra bendición de Navidad y Año Nuevo, y unirnos a ustedes en oración para que en el año que comenzará podamos avanzar a una paz sin fronteras, es decir, una paz que reine en todo lugar y en todos los corazones.
