En este tercer domingo de Adviento, el Papa Francisco reflexionó sobre el Evangelio que nos habla de la misión de Juan Bautista, indicándolo como profeta enviado por Dios para “dar testimonio de la luz”. “El Bautista es ciertamente un hombre extraordinario. La gente acude a escucharlo atraída por su forma de ser, coherente y sincera”, dijo el Papa.
Además, explicó que la franqueza de su lenguaje, la honestidad de su comportamiento y la austeridad de su vida lo diferencian de otros personajes famosos y poderosos de la época, que invertían mucho en la apariencia. “Personas como él, rectas, libres y valientes, son figuras luminosas y fascinantes: nos inspiran a salir de la mediocridad y a ser, a su vez, modelos de buena vida para los demás”.
El Papa Francisco recordó también que Juan no es la luz ni el Mesías, ya que la luz es Jesús, el Cordero de Dios, y solo Él redime, libera, cura e ilumina. “Por eso, Juan es una ‘voz’ que acompaña a los hermanos a la Palabra; sirve sin buscar honores ni protagonismo: es una lámpara, mientras que la luz es Cristo”.
¿Qué nos enseña Juan Bautista?
Después, el Santo Padre señaló dos cosas que nos enseña Juan Bautista: “En primer lugar, que no podemos salvarnos a nosotros mismos: solo en Dios encontramos la luz de la vida. En segundo lugar, que cada uno de nosotros, con el servicio, la coherencia, la humildad y el testimonio de vida, siempre con la gracia de Dios, puede ser una lámpara que brilla y ayudar a los demás a encontrar el camino para encontrarse con Jesús”.