Reflexión | “Juan Bautista se presentó en el desierto…”

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Columnista Semanario Fides, Portavoz C.E.H y arquidiócesis de Tegucigalpa

Con la presencia de Juan Bautista durante el tiempo del Adviento, se nos propone con su mensaje, dos actitudes. La primera basada en el hecho de vivir una espiritualidad del desierto, es decir, aprender a vivir sólo de Dios, ya que en el desierto las condiciones de vida son extremadamente al límite. Allí voluntaria o involuntariamente se aprende a vivir de lo único necesario. Ante la abundancia de ofertas que nos llaman al consumismo durante este tiempo, a vivir y desear hasta lo que no necesitamos y no es fundamental para la vida, con Juan en el desierto y su mensaje, estamos invitados a vivir el despojo de este materialismo que nos hace más egoístas y por ende empobrecer fuertemente nuestro corazón. Es en esta realidad que cae como buena semilla el llamado de Juan hacia la conversión. La segunda actitud que proviene de la propia voz del Bautista: “Preparen el camino del Señor. Allanen sus sendas”, tiene como meta, la de poner en movimiento la intuición interior movida por el Espíritu, hacia las buenas decisiones de este tiempo, ¿cuántos advientos hemos vivido? ¿Cuántas navidades sin que hayamos dado pasos decisivos hacia la conversión verdadera? Hay que dejar atrás con decisión el pasado, las nostalgias y el encanto morboso de la esclavitud y de las inercias, corriendo hacia la ciudad de la libertad, hacia el nuevo día del diario vivir, recorriendo un camino tal vez áspero pero que a nuestros pies parece plano como un camino ya parejo por la gracia de Dios. En conclusión, escuchando hoy el inicio del Evangelio de Marcos, atendamos la presentación que de Jesús nos hace Juan el Bautista; con sus palabras dibujamos ya su rostro, presentado en el v.1 de este capítulo primero: “Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios”. Lo presenta como el “fuerte” por excelencia título que la Biblia sólo reserva a Dios mismo, cuyas obras son eficaces y continuas. Y, también nos dice que éste viene para bautizar, pero ya no con agua, sino “en el Espíritu Santo”. Se trata de un verbo y de un sustantivo (bautizar-bautismo) de origen griego que, como se sabe, indicaban la inmersión en el agua; pero pronto se utilizará en sentido ritual teniendo el sentido profundo de: ablución, purificación y consagración. El Adviento ya nos invita a salir al encuentro de ese Jesús que es el Cristo, el Hijo de Dios. Que su poder nos ayude a no poner obstáculos y poner empeño en la oración, la meditación de la Palabra y las buenas obras de caridad, típicas de este tiempo de gracia.

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