El diálogo es una moneda de cambio muy escasa en estos días. Es un arte y lamentablemente de esos artistas escasea mucho en estas latitudes, aunque de hecho es en todo el mundo. Algunos, como en el Ecuador han preferido el silencio de las pistolas para sacar de por medio a los que no piensan como ellos. En España el diálogo no existe entre contrarios y las últimas elecciones lo que han dejado claro es que entienden diálogo por “acuerdos” en los que no se busca el bien del conglomerado sino de sus grupos, de sus ideologías o de sus autonomías que se niegan a construir consensos sino a subrayar diferencias.
Las riquezas de las culturas no deberían ser motivo de enfrentamientos sino de encuentros y respeto. Es lógico que muchos de los conflictos hayan nacido precisamente de ahí, de la falta de respeto y de la imposición de una cultura que se afirmaba destruyendo a la otra y condenándola a tener que ganar sus espacios a costa de mucha sangre, dolorosamente. El diálogo, como muy bien lo entendía san Pablo VI, requiere de varios elementos que muchas veces se olvidan: paciencia y fidelidad a las propias convicciones.
La paciencia, en muchísimos aspectos, se acaba bien rápido y la mejor manera de actuar ante su escasez pasa por el firme propósito de saber escuchar a todos y volverlo a intentar, una y otra vez, sabiendo que ser apóstol del diálogo es ser mártir de las críticas y los sinsabores. Aceptando que es muy difícil el diálogo cuando se pierde la paciencia, creo que lo más difícil, es de hecho, el saber mantener las propias convicciones.
La mayoría de las veces fallan los “diálogos” por el espíritu oportunista, la cobarde búsqueda del beneficio solo para los de mi grupo y la falta de honestidad. Los oportunistas se aprovechan de todo y de todos. Ellos son los que “siempre lo advirtieron”. Mueven las cosas por detrás y hacen funcionar todo como si de un negocio se tratara. Los que buscan el beneficio para su propio grupo por estos lados no necesitan que se los explique. Porque es exactamente cómo han procedido históricamente los grupos de poder en el país. Los dueños de los partidos y sus reuniones “en privado” prueban una y otra vez lo que no es el diálogo.
Y aclaro que eso de “históricamente” no tiene nada que ver con los discursitos de la gente en el poder que los han adoctrinado tan bien que repiten a más no poder que todo lo que hacen es “histórico” ¡y sí que lo es! Además, ya lo saben los que tienen la delicadeza de leerme cada semana, saben bien que jamás estaré de acuerdo con esos que creen que no había nada antes del 2009 y que la historia de detuvo. Y de honestidad pues ya sabemos que mientras se padezca de cinismo crónico y mitomanía extrema, no se avanzará nunca. Es urgente que se le dé paso a la gente madura para que hable y que dejemos de estar condicionando todo a los caprichos de uno solo.