“Sinodalidad no es solo caminar juntos, sino ir hablando, aunque sea de decepciones o discrepancias. Pero, como los de Emaús, los discípulos necesitan ir hablando entre ellos, por diversos que sean, porque cuando dialogamos decimos lo que pensamos y esperamos, y a la vez escuchamos como otros interpretan los mismos acontecimientos, de manera que juntos vamos discerniendo. Primer punto importante: Sinodalidad no es caminar callados, sino en diálogo espiritual” dijo Monseñor José Vicente Nácher en la Eucaristía de este tercer domingo de Pascua.
El Arzobispo de Tegucigalpa enfatizó que, “hablar de sinodalidad eclesial no basta con caminar unidos y hablando, necesitamos que el Resucitado camine con nosotros”. Caminar juntos no implica la presencia de Cristo, pero la posibilita. Propiamente es Cristo, con su “caminar a nuestro lado”, el que nos constituye en Iglesia Sinodal. Es importante subrayar esto, para que no pensemos que la sinodalidad es un proceso social o una acción meramente humana. “Sinodalidad es encuentro, y el encuentro es puro don del Redentor. Es Cristo quien concede a “la comunidad reunida” poder compartir la alegría de la Resurrección” detalló.
Meditando el relato de los “discípulos de Emaús”, Monseñor Nácher, explicó que, “La Eucaristía dominical es el “partir y compartir” del pan que por la “acción de gracias”, “abre nuestros ojos” para reconocer la presencia de Jesús, a la luz de su Palabra. En otras palabras, el camino sinodalidad nos conduce a la Eucaristía, es decir a la comunión. A su vez, de la participación en la Eucaristía brota la sinodalidad de los discípulos. Todo ello, para levantarnos y emprender el camino de regreso a Jerusalén, la misión donde nuestro testimonio se une al de la comunidad reunida y se comparte en la escucha espiritual. El camino de la escucha es el inicio y el fruto de la presencia del Resucitado a nuestro lado.