Detalles sobre la sepultura de Benedicto XVI

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El fallecimiento del Papa emérito Benedicto XVI ha suscitado una serie de acontecimientos protocolares que desde hace muchos siglos no ocurrían en la Iglesia. Tras su muerte el pasado 31 de diciembre, como sucede con todo pontífice, un protocolo debe seguirse en cuanto a su funeral y sepelio.

La norma de la Iglesia católica dicta que un papa debe ser enterrado “nunca antes de cuatro días ni más allá de seis días después del fallecimiento”. Asimismo, se lleva a cabo un luto oficial de nueve días desde su fallecimiento.

Para su entierro, el cuerpo de Benedicto XVI fue inhumado en la cripta debajo de la Basílica de San Pedro, donde muchos de sus antecesores yacen. En su lápida, el papa emérito solicitó que “no haya nada escrito. Solo mi nombre”.

Su ataúd es poco convencional, ya que consiste en tres “niveles”: El primero está hecho de ciprés forrado de terciopelo carmesí, dentro del cual estarán las monedas de su pontificado, su palio y un texto consistente en un resumen de su tiempo en la cabeza de la Iglesia Católica. Este nivel está situado dentro de otro “ataúd” de zinc, el cual luego es sellado y soldado. Finalmente, estos dos niveles son puestos dentro de otro féretro hecho de madera de roble barnizada.

Benedicto XVI fue enterrado en las Grutas del Vaticano, en el mismo lugar que alguna vez tomó el cuerpo de su predecesor, San Juan Pablo II, antes que este fuese llevado a la superficie de la Basílica de San Pedro, con el fin que el público le pudiese visitar con mayor facilidad.

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