La Iglesia de Dios es convocada en sínodo. El camino, cuyo título es “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”, se inició del 9 al 10 de octubre del 2021 en Roma y el 17 de este mismo mes en todas las diócesis del mundo católico. De tal manera, la Iglesia y el Pueblo de Dios, se disponen a emprender un caminar juntos, algo un tanto inusual, cargado de grandes expectativas. El pontificado del Papa Francisco ha sido un soplo de aire fresco para la Iglesia universal y un esperanzador tiempo para el pueblo de Dios.
Ha despertado una expectación inusitada en la Iglesia universal. ¿La razón? ¡La petición expresa e insistente para que la reflexión sinodal no sea solo una reunión de obispos con el Papa, sino que con todos los miembros de la Iglesia: obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos, familias, centros educativos, institutos de vida consagrada, hombres, mujeres, adultos, jóvenes, en definitiva, todos los bautizados tengan voz y sean escuchados! Para ello, el Obispo de Roma promulgó la Constitución apostólica Episcopalis communio (Comunión Episcopal) el 15 de septiembre 2018, con la cual se replantea la estructura y finalidad del Sínodo para ponerlo a tono y en sintonía con la posmodernidad.
Como algo inédito y novedoso el itinerario sinodal a partir de ahora, será de tres fases y dos años de duración. Antes, el sínodo consistía en una asamblea de tres semanas de duración, sin fases previas. Las opiniones recabadas sobre el tema central del Sínodo provenían exclusivamente de los obispos invitados a participar en la Asamblea General. Quizás lo más novedoso en esta ocasión, es que este sínodo será el primero en la historia que inicia «descentralizado». Es decir, junto con el involucramiento directo de todas las diócesis del mundo en su celebración desde un inicio, se realizará el momento cúspide el “Proceso de Escucha y Consulta del pueblo de Dios”.
El camino sinodal de tres fases, la primera será la fase diocesana (octubre 2021-abril 2022), le sigue la fase continental (septiembre 2022-marzo 2023) y por último la fase celebrativa, que será la propia Asamblea Sinodal (octubre de 2023). Las fases “diocesana y continental” las de mayor duración en tiempo serán una gran oportunidad para que el laicado tome la palabra y pueda decir lo que realmente siente y sueña, porque en la medida que se pone palabras a los sueños, los empuja.
Caminar juntos, como dice la etimología de la palabra, es algo que ha hecho siempre la Iglesia desde sus inicios; es una tradición venerable en la institución, pero el Papa Francisco le ha dado un sentido nuevo. Una gran aventura para hacer una Iglesia más viva, misionera y evangelizadora; un gran reto para los sacerdotes acostumbrados a manejar los asuntos de la Iglesia de manera unilateral y para los laicos “light” que piensan que con asistir a la Eucaristía una vez a la semana ya cumplieron.
Todos nosotros tenemos una alta cuota de responsabilidad en involucrarnos, con el mayor interés y entusiasmo posible, en todas las iniciativas que desde nuestra diócesis y parroquias seamos llamados. De esta manera, estaremos contribuyendo a configurar el ideario pastoral de la Iglesia del siglo XXI.