San Juan Diego fue un indígena convertido al cristianismo que tuvo el privilegio de ser mensajero de la Virgen María.
Fue testigo de la aparición de la Virgen de Guadalupe. Gracias a la humildad y obediencia de San Juan Diego, Nuestra Madre cumplió un papel decisivo en la evangelización de América.
No solía llamarse Juan Diego:
Antes de conocer la fe cristiana, San Juan Diego pertenecía al reino Texcoco, perteneciente al imperio Azteca. Su verdadero nombre no es hispánico, sino azteca: Cuauhtlatoatzin, que significa “Águila que habla” o “El que habla con un águila”.
Sirviente del templo:
Después de todo lo sucedido, y tras haber logrado convencer al Obispo Zumárraga de construir el templo que la Virgen pidió, dejó todo para poder vivir cerca a este lugar. Empezó a vivir en una pobre casa junto al templo, dedicándose a su limpieza y a recibir a los peregrinos que visitaban el que pare ese entonces era un pequeño oratorio.
Se encuentra en los ojos de la Virgen:
El experto del proceso digital de imágenes, el doctor José Aste Tonsmann, estudió la imagen de la Virgen de Guadalupe. Descubrió que en los ojos de la Virgen, se había grabado el momento exacto en que San Juan Diego mostraba su tilma al Obispo y otras personas presentes.
Todas las personas encontradas en los ojos miraban a un punto determinado, a un indígena con tilma abierta, a San Juan Diego.