Vocaciones carmelitas guiadas por el Espíritu Santo

Con alegría y oración, religiosas del Carmelo en Honduras dan testimonio de su vocación, movidas por el Espíritu Santo y el carisma de Madre Clarita

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La devoción a la Virgen del Carmen tiene sus orígenes en el siglo XII, en el Monte Carmelo, en Tierra Santa. Fue allí donde un grupo de ermitaños cristianos se estableció con el anhelo de vivir en oración y silencio, inspirados por el profeta Elías, quien también habitó ese monte.

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Centrados en la oración y la contemplación, los carmelitas mantienen viva su misión evangelizadora en nuestros días, inspirados por la devoción a Nuestra Señora del Carmen. Esta entrega espiritual ha dado frutos visibles a través del surgimiento de nuevas vocaciones, guiadas y fortalecidas por la gracia del Espíritu Santo en un mundo que clama por la voz de Dios.

La devoción a la Virgen del Carmen tiene sus orígenes en el siglo XII, en el Monte Carmelo, en Tierra Santa. Fue allí donde un grupo de ermitaños cristianos se estableció con el anhelo de vivir en oración y silencio, inspirados por el profeta Elías, quien también habitó ese monte. A pesar de las cruzadas, las persecuciones y los desplazamientos, la espiritualidad carmelita logró extenderse por Europa, llevando consigo una profunda devoción mariana que, con el tiempo, llegó también a nuestras tierras.

En Honduras, esta advocación ha inspirado a hombres y mujeres a entregar su vida a Dios a través del carisma carmelita, dejando que el Espíritu Santo actúe en sus corazones. En antesala de esta gran fiesta, conversamos con Sor Patricia Esquivel, religiosa del Instituto San José del Carmen, quien compartió el testimonio de cómo descubrió su vocación. “Descubrí mi vocación gracias a la guía de un sacerdote, a la participación en la Eucaristía dominical y a mi pertenencia a grupos juveniles. Dios siempre pone ángeles en nuestro camino, y todas esas experiencias fueron iluminadas por el Espíritu Santo. Así fue como, a través de vivencias concretas, fui descubriendo el llamado de Dios en mi vida”, comentó.

Añadió que “la vocación no se descubre de un día para otro. Es un proceso que se va afirmando en cada etapa de la formación. Con el tiempo, una va conociendo el carisma de la fundadora —en nuestro caso, Madre Clarita— y poco a poco se siente identificada”. Sor Patricia también destacó la importancia de la cercanía con el pueblo de Dios en su caminar vocacional: “El día a día en comunidad, la oración constante, la lectura de la Palabra y el encuentro con los demás fortalecen nuestra vocación como religiosas. En nuestro apostolado, especialmente junto a los niños y maestros, vivimos esa felicidad que caracteriza el carisma de Madre Clarita: ser alegres y estar siempre disponibles para servir”.

Seguimiento

La vocación carmelita sigue siendo una llama viva en la Iglesia. Desde la contemplación hasta el servicio alegre y comprometido, las religiosas del Carmelo nos recuerdan que el Espíritu Santo sigue susurrando llamados de amor en medio del bullicio del mundo. Que este testimonio sirva de inspiración para muchos corazones inquietos que, como Sor Patricia, se atrevan a decir “sí” al plan de Dios.

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