Reflexión | ¡Felices Pascuas!

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Columnista Semanario Fides, Portavoz C.E.H y arquidiócesis de Tegucigalpa

No me gusta mucho eso de decir ¡felices pascuas de Resurrección! porque legítimamente la Pascua, para nosotros cristianos, siempre hace referencia a la Resurrección del Señor. Claro que el mundo judío lo explica de otra manera y que, incluso, hay quien le dice pascua a la navidad. Sin embargo, el significado último y real de la celebración tiene que ver con el acontecimiento central de nuestra fe que es la Resurrección de Cristo, su triunfo sobre la muerte, nuestra Redención. Es muy cierto que parecemos un poco cansadores cuando les insistimos, pero realmente nos insistimos, con que debemos resuREFLEXIÓN | citar, es decir, debemos también en nosotros mismos y en nuestros ambientes, superar lo que nos lleva a la muerte. Dolorosamente, muy dolorosamente, los signos de muerte en nuestro ambiente no disminuyen, sino que, en mucho, aumentan. Mucho afán por dividirnos y hacernos mal como si hiriendo al otro, dañando su reputación, realmente lográsemos ser mejores personas, mejores ciudadanos y mejores cristianos. Resucitar es una manera de vivir, una manera de ser. Resucitar es lo más cristiano que hay, es nuestra identidad. Necesitamos comprender que nuestra vida es estar constantemente pasando de la muerte a la vida, en la Gracia de saber que nada es imposible para Dios, aunque a nosotros nos parezca muy difícil. De la muerte a la vida, de la esclavitud a la libertad, del dolor a la alegría. Es eso resucitar. Es eso lo que celebramos y lo que debería de ser nuestra norma de vida. El asunto, después de todo esto, es preguntarnos si estamos o no dispuestos a dar el primer paso tomados de la mano del que ha vencido a la muerte, para salir de nuestras propias ataduras. Ese paso cuesta porque implica renuncia, implica la cruz y ahí es justamente es “donde la mula botó a Genaro”. Queremos la Gloria, pero sin cruz, queremos resucitar, pero sin morir. Eso, ¡no se puede! Asumir la propia cruz, con sus riesgos, es asumir la necesidad de conocer el fracaso de nuestras ideas y proyectos, para dar ese paso, esos pasos, fuera de la tumba. Resucitar, aunque suene raro, es siempre una decisión que implica aceptar la muerte. La muerte a nosotros mismos. Parece extraño que se trate de una decisión, pero no lo es porque Cristo mismo acepto beber el cáliz que le representaba su muerte en la Cruz. Dicho de otra manera, no hay Calvario sin Gethsemaní y no hay tumba vacía sin antes pasar por la Cruz. Es en mucho y con mucho nuestra decisión. Nadie sube al Gethsemaní sino es por decisión propio y nadie resucita si no asume cargar con su cruz. Perdón si con esta reflexión los dejo más enredados pero mi deseo es que todos resucitemos porque la meta no es pasarla bien, aquí, sino gozar para siempre de la felicidad eterna. De nuevo pues, ¡felices pascuas!

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