
Hoy en el Día del Señor, nos acercamos al dato numérico de los enviados. ¿De qué se trata? Acerquémonos un poco al texto. Leyendo los relatos de la Biblia comprendemos que esa cultura hebrea que fue el “caldo de cultivo” para ellos, desarrollaron un curioso simbolismo sacado de los números. En el libro de los Números (cap. 11), Moisés se formó un grupo como de senado compuesto por 70 ancianos. La grandiosa “tabla de los pueblos” del capítulo 10 del Génesis, reúne 70 naciones.
La antigua tradición griega de la Biblia, (también llamada, por el número de sus traductores, “la Biblia de los Setenta”) enumera en esta lista 72 pueblos. Todo lo anterior señalado para percibir desde nuestro análisis, como Lucas quiere hacer resaltar el valor simbólico: de los 70 o 72 discípulos. Adquiere entonces en su narración del evangelio el emblema de la nueva cualidad del pueblo de Dios compuesto por naciones diversas, por múltiples culturas y diferentes estructuras sociales. Así pues, del detalle de los 70/72 se obtiene, un retrato de la Iglesia misionera y universal. Con lo anteriormente dicho, se puede comprender que Jesús ha elegido un discípulo para cada nación; cada pueblo de la tierra escuchará el mensaje del Reino de Dios.
La Iglesia, es decir, el grupo de “los convocados”, está aquí idealmente reunida en torno a Jesús y desde Él se deberá partir: todo discípulo encarna la voz, la lengua y la cultura de un pueblo, revelando que – como dirá Pablo- “no hay ya griego o judío, circunciso e incircunciso, extranjero o bárbaro, esclavo o libre, sino que Cristo es todo en todos” (Gál 3,11). Lucas nos invita a compartir esta visión universal del anuncio de Jesús, confiado a la Iglesia, en esta particular época como otras tantas de la historia, marcadas por muros y fronteras políticas, ideológicas y hasta culturales, donde hay mucha gente que alega no tener tiempo o espacio para recibir el mensaje de la Palabra de Dios.
Diferente al grupo de los “Doce” Jesús envía 70/72 discípulos, esperando que el 71/73 sea cada uno de nosotros en los nuevos escenarios revueltos de la historia, sin importar éstos si vamos convencidos de quién es el que nos ha llamado y enviado. Sirva para nuestra reflexión preguntarnos: ¿Siento hoy por hoy este llamado-envío? El año próximo 2026 año misionero para Honduras, nos permita a todos decir presente en este nuevo encargo de la Madre Iglesia.