El apóstol San Pablo en la carta a los Romanos, (Rm 8,37), al referirse al Señor, destaca como el Señor “nos amó”, cita que, el Papa Francisco ha querido utilizar para iniciar su cuarta encíclica, dedicada al amor humano y divino del Corazón de Jesucristo. “Su corazón abierto va delante de nosotros y nos espera sin condiciones, sin exigir ningún requisito previo para amarnos y ofrecernos su amistad: Él nos amó primero” manifiesta el Sumo Pontífice.

Corazón

El Papa manifiesta que, “En una sociedad que ve multiplicarse diversas formas de religiosidad sin referencia a una relación personal con un Dios de amor, mientras el cristianismo olvida a menudo la ternura de la fe, la alegría de la entrega al servicio, el fervor de la misión de persona a persona”. Francisco propone una nueva profundización en el amor de Cristo representado en su santo Corazón y nos invita a renovar nuestra auténtica devoción recordando que, en el Corazón de Cristo, “podemos encontrar todo el Evangelio, es en su Corazón donde finalmente nos reconocemos y aprendemos a amar”. El Santo Padre explica que, encontrando el amor de Cristo, nos hacemos capaces de tejer lazos fraternos, de reconocer la dignidad de todo ser humano y de cuidar juntos nuestra casa común, como nos invita a hacer en sus encíclicas sociales Laudato si ‘ y Fratelli tutti. “Ante el Corazón de Cristo, pide al Señor que vuelva a tener compasión de esta tierra herida y derrame sobre ella los tesoros de su luz y de su amor, para que el mundo, sobreviviendo entre guerras, desequilibrios socioeconómicos, consumismo y uso antihumano de la tecnología, recupere lo más importante y necesario: el corazón”.

“El Corazón de Cristo, que simboliza su centro personal, desde donde brota su amor por nosotros, es el núcleo viviente del primer anuncio. Allí está el origen de nuestra fe, el manantial que mantiene vivas las convicciones cristianas”
Francisco, Papa

Encíclica

Esta carta inicia con una breve introducción y está dividida en cinco capítulos, la Encíclica sobre el culto al Sagrado Corazón de Jesús recoge, como se anunció en junio, “las preciosas reflexiones de anteriores textos magisteriales y de una larga historia que se remonta a las Sagradas Escrituras, para volver a proponer hoy, a toda la Iglesia, este culto cargado de belleza espiritual”. El primer capítulo, La importancia del corazón, explica por qué es necesario volver al corazón en un mundo en el que estamos tentados de convertirnos en consumistas insaciables y esclavos de los engranajes de un mercado. Lo hace analizando lo que entendemos por corazón: la Biblia habla de él como un núcleo que está detrás de todas las apariencias, un lugar donde no importa lo que se muestre por fuera ni lo que se oculte, ahí estamos nosotros mismos. Al corazón conducen las preguntas que importan: qué sentido quiero que tengan mi vida, mis opciones o mis acciones, quién soy yo ante Dios.

Conversión

Es el corazón el que une los fragmentos y hace posible cualquier vínculo auténtico, porque una relación que no se construye con el corazón es incapaz de superar la fragmentación del individualismo. La espiritualidad de santos como Ignacio de Loyola, aceptar la amistad del Señor es cosa del corazón y san John Henry Newman, el Señor nos salva hablándonos al corazón desde su Sagrado Corazón nos enseña, escribe el Papa Francisco, que “ante el Corazón de Jesús, vivo y presente, nuestra mente, iluminada por el Espíritu, comprende las palabras de Jesús. Y esto tiene consecuencias sociales, porque el mundo puede cambiar a partir del corazón”.

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