Ser profeta en Honduras es una misión cargada de retos y riesgos para quienes alzan su voz en defensa de la verdad y la justicia ya que anunciar y denunciar como lo apunta la Doctrina Social de la Iglesia implica enfrentar constantemente presiones y amenazas. Diversos sectores coinciden en que la labor profética es fundamental para la misión de la Iglesia en un país donde la injusticia y la violencia siguen siendo grandes desafíos en la actualidad.
Profetas
Monseñor Jenry Ruiz, Obispo de la Diócesis de Trujillo, sostuvo que “ser profeta no es una misión sencilla; implica saber escuchar la voz de Dios y discernir lo que nos dice a través de la realidad de nuestro país”. Para el obispo de Trujillo, la tarea profética no se limita a quienes están dentro de la Iglesia, sino que debe ser asumida por toda la sociedad en defensa de la dignidad humana y el cuidado de la creación. Recordó las palabras de San Óscar Arnulfo Romero, quien afirmó que “el pueblo es mi profeta”, y explicó que esto implica escuchar y atender los gritos del pueblo en sus distintas luchas, desde los derechos humanos hasta la preservación de los recursos naturales.
En esta misma línea, el Padre Gerardo Vallecillo, Párroco de la comunidad Madre Dolorosa de la capital, señaló que la misión profética requiere un compromiso con los valores del Reino de Dios por encima de los intereses temporales. Recordando al delegado de la Palabra de Dios, Juan López, quien dio su vida por defender la verdad en un entorno de corrupción y presiones políticas, el Padre Vallecillo subrayó que “ser profeta es decidir con quién queremos quedar bien: con Dios o con los poderes de esta tierra”.
Esta decisión requiere firmeza y fe, pues implica rechazar cualquier tentación de traicionar la misión por intereses económicos o políticos. Vallecillo destacó que, como Juan López, quienes ejercen la vocación profética deben tener su mirada puesta en el Reino de los cielos, dispuestos a defender la verdad y a actuar con integridad, sin ceder ante las presiones de quienes intentan silenciar su voz.
Desafío
El Padre Fredy Valdivieso, párroco de San Pedro y San Pablo en la Arquidiócesis de San Pedro Sula, complementa esta visión afirmando que el profetismo no solo es un desafío del pasado, sino una labor actual y constante. “Los profetas siempre fueron perseguidos, y hoy en día no es diferente. Cuando denunciamos las injusticias, quienes se sienten ofendidos buscan opacar la voz de la Iglesia y de quienes luchan por vivir conforme a la verdad del Evangelio”.
Valdivieso, recordó que Jesús nos llamó a vivir en amor y justicia, por lo que la Iglesia debe mantenerse firme en el rechazo de toda forma de injusticia. La misión de la Iglesia no es solo anunciar el amor de Dios, sino también denunciar aquello que va en contra de los principios evangélicos. Esto incluye no solo las injusticias sociales y económicas, sino también la destrucción de la naturaleza y el abuso de los recursos naturales. En un país que clama por justicia y paz, la Iglesia en Honduras sigue siendo una voz firme que proclama el Evangelio, animando a todos los fieles a vivir una vida profética, basada en la verdad y en la búsqueda del bien común, a pesar de las dificultades que puedan encontrar en el camino.
Profeta de la Justicia y la Tierra
Juan López se destacó como un defensor incansable de la justicia social y la protección del medio ambiente en Honduras. Como coordinador de la Pastoral Social en la Diócesis de Trujillo, su firme lucha contra la minería a cielo abierto lo convirtió en un símbolo de resistencia. Enfrentó poderosos intereses comerciales y políticos, desafiando un entorno lleno de amenazas. Su vida fue trágicamente truncada el 14 de septiembre de 2024, un hecho que conmovió al país y recibió la condena del Papa Francisco. Su legado resuena como un llamado a defender la dignidad humana y el cuidado de la creación.
1 Valentía
Según la doctrina social de la Iglesia, es fundamental para quienes se dedican a la misión profética, tener el coraje de alzar la voz contra la opresión, lo que exige enfrentar amenazas y persecuciones mientras luchan por la verdad y la dignidad de los oprimidos, defendiendo la vida como un mandato divino.
2 Desafío
El desafío es inherente a la misión del profeta, que exige confrontar realidades dolorosas y resistir la presión de un entorno adverso; esto implica desafiar el silencio cómplice y la corrupción, denunciando las injusticias que plagan a la sociedad, como un llamado a la acción.
3 Transformación
Los profetas no solo comunican la palabra de Dios, sino que buscan cambiar corazones y sociedades. Su labor consiste en movilizar a la comunidad hacia la justicia, empoderando a los más vulnerables; como lo hizo Monseñor Romero, la transformación es un acto de amor y justicia en la adversidad.