CORTESÍA ADN CELAM

Una de las madres sinodales y representante de Honduras es la hermana María Suyapa Cacho Álvarez, quien pertenece a la Congregación de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. Ella ha sido una figura valiosa en la pastoral garífuna y afrodescendiente de Centroamérica durante los últimos ocho años, con un extenso currículum en teología pastoral, espiritualidad afrodescendiente y liderazgo religioso. Es actualmente coordinadora de la Pastoral África y Garífuna en Centroamérica, miembro del Secretariado pastoral afro a nivel latinoamericano y miembro de la Comisión de la CLAR por la Vida Religiosa afro. En el contexto del Sínodo de la Sinodalidad, ella es representante de los pueblos afrodescendientes y garífunas como facilitadora.

Dificultades

La Hermana María Suyapa citando los documentos de Aparecida y Fratelli Tutti, la religiosa dijo que los pueblos afrodescendientes han vivido bajo exclusión social, económica, política y, sobre todo, racial, donde su identidad étnica fue motivo de subordinación social: “Todas estas etiquetas con las que fueron marcadas estas personas generaron racismo, menosprecio, desvalorización, rechazo, que aún se sigue replicando en la Iglesia y en la sociedad”, dijo. Asimismo, expresó que “en América Latina la Iglesia reconoce que los afrodescendientes cuentan con unas comunidades muy vivas, que aportan y participan activa y creativamente en la construcción de este continente, que son solidarios, que luchan por la recuperación de sus identidades, derechos ciudadanos, contra el racismo, y también son sujetos constructores de la esperanza, de una historia de relaciones interculturales donde la diversidad no significa amenaza ni justifica jerarquía de poder de unos sobre otros”.

Sinodalidad

Para la religiosa, la sinodalidad que promueve Jesús implica cuidar de los demás, como hacen los pueblos afrodescendientes y garífunas en sus comunidades, con gran sentido comunitario histórico, resiliente y solidario, a lo que las mujeres garífunas llaman sinodalidad, es decir, “hermano, yo cuido de ti, tú cuidas de mí. Hacemos realidad el cuidando de los demás y de la madre naturaleza, compartiendo nuestras penas, dolores, sufrimientos, gozos; repartimos alegría y damos de lo poco que tenemos con los demás” según recalcó. De esta la manera lo hacían las primeras comunidades cristianas, “sin importar de dónde viene, su raza, su sexo, su condición, su lengua”. Sor Suyapa denominó a esta manera de vivir una “espiritualidad del buen samaritano, que se acerca al prójimo, lo acoge, lo acompaña y cuida de él y de ella. Nuestro pueblo sencillo habla de estas acciones como la sinodalidad que quiere Jesús, porque quien excluye a su hermano a su hermana excluye a Dios mismo. Es Cristo el fundamento de esa forma de vivir la sinodalidad”.

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La Iglesia acompaña la Pastoral Afro y Garífuna

La Hermana María Suyapa Cacho dijo que se debe reconocer que, a lo largo de estos tres años del proceso sinodal, la Iglesia latinoamericana a través del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam), se ha preocupado por dar acompañamiento a la pastoral afro y garífuna y en distintos programas y desde donde fue testigo del constante clamor de los pueblos por ser auxiliados de las heridas y las asfixias que causa la exclusión. “Falta una verdadera conciencia de ser una Iglesia cada vez más sinodal que manifieste nuestra identidad y vocación de caminar juntos con los afrodescendientes al estilo de Jesús Misericordioso”, sostuvo, lamentando que aún existe una “sordera aguda” de parte de algunos miembros de la Iglesia ante el clamor de los pueblos. Señaló que no es posible tener una Iglesia sinodal, misionera y misericordiosa si se margina al hermano, “si no se tienen en cuenta la necesidad del hermano caído, moribundo al borde del camino, por donde muchos pasan de largo sin detenerse”.

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