La Migración en la Iglesia: un llamado a la dignidad y la solidaridad

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La crisis migratoria que enfrenta Estados Unidos en 2025 sigue siendo un desafío humanitario de gran magnitud. Miles de personas, en su mayoría provenientes de Centroamérica, México y Sudamérica, cruzan la frontera en busca de una vida mejor, escapando de la violencia, la pobreza y la falta de oportunidades en sus países de origen. Sin embargo, las políticas migratorias restrictivas han llevado a un aumento en las deportaciones, una realidad que la Iglesia Católica no ha ignorado.

En un mensaje dirigido a los obispos de Estados Unidos, el Papa Francisco fue contundente al afirmar que “Deportar migrantes hiere la dignidad humana”, recordando a los pastores de la Iglesia su deber de acompañar a quienes sufren. El Santo Padre ha insistido en que la migración no puede verse solo como un problema legal o político, sino como una crisis humanitaria que requiere soluciones basadas en la compasión y el respeto a los derechos humanos.

Opiniones

Desde Honduras, uno de los países con mayor número de migrantes en tránsito y deportados, Monseñor José Antonio Canales, Obispo de la Diócesis de Danlí, ha señalado que “El drama migratorio es una herida abierta en nuestra sociedad. No podemos cerrar los ojos ante el sufrimiento de quienes arriesgan sus vidas en la ruta migratoria, muchas veces sin garantías de éxito y enfrentando abusos y violencia.” El prelado ha enfatizado la importancia de que las naciones de origen trabajen en soluciones estructurales que ataquen las causas de la migración, pero también hizo un llamado a los países de destino a no olvidar la dimensión humana del fenómeno.

Por su parte, la defensora de los derechos de los migrantes Itsmania Platero ha advertido sobre las graves consecuencias de las deportaciones masivas. “Muchos migrantes retornados llegan con las manos vacías y enfrentan amenazas de las mismas condiciones que los obligaron a marcharse. Las políticas de mano dura no resuelven el problema, solo lo agravan,” expresó. Platero destacó que la migración debe ser abordada con programas de integración y apoyo, no con expulsiones que exponen aún más a los vulnerables.

Ante esta realidad, la Iglesia Católica sigue respondiendo con acciones concretas. En Estados Unidos, numerosas diócesis han reforzado su apoyo a los migrantes a través de albergues, asistencia legal y programas de integración. En Honduras y otros países de origen, la Iglesia acompaña a los retornados con programas de reinserción y apoyo psicológico.

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