En tiempos de adversidad, la fe de los cristianos enfrenta uno de sus mayores desafíos, mantenernos firmes y cerca de Dios. Cuando las dificultades llegan, es natural que el corazón humano se llene de dudas y que, en ocasiones, nos sintamos tentados a alejarnos del Señor, sin embargo, es precisamente en esos momentos de mayor incertidumbre cuando debemos acercarnos más a Él, confiando plenamente en su voluntad y sabiduría.
Renovación
El Padre Jony Murillo nos recuerda que “es en las pruebas más duras es donde encontramos la oportunidad de renovar nuestra confianza en Dios”. Sus palabras nos invitan a ver las dificultades no como castigos, sino como oportunidades para profundizar nuestra relación con el Señor, porque, aunque el camino parezca oscuro, siempre hay luz cuando nos sostenemos en la fe. La oración es ese vínculo silencioso pero poderoso que nos conecta con Dios, no se trata de encontrar palabras perfectas, sino de abrir el corazón y permitir que el diálogo con Él sea una fuente de consuelo y fortaleza, en esos momentos de conversación íntima, nos damos cuenta de que no estamos solos, y que Él está allí, guiándonos en cada paso.
Fe
A través de los sacramentos, experimentamos la cercanía y la gracia divina de manera tangible. La Eucaristía nos alimenta con el cuerpo de Cristo, recordándonos que Jesús está presente en nuestras vidas, mientras que la confesión nos permite liberarnos de las cargas del pecado y reconciliarnos con Dios, ambas experiencias son un recordatorio constante de que su amor es incondicional, incluso cuando atravesamos tiempos difíciles. La Palabra de Dios en cada versículo nos ofrece una guía, una respuesta o un aliento cuando más lo necesitamos. No es necesario entender todo de inmediato, pero al leer la Biblia, permitimos que Dios nos hable al corazón, mostrándonos el camino que debemos seguir. En estos momentos de prueba, debemos aprender a confiar plenamente en la voluntad de Dios, sabiendo que todo tiene un propósito. Aunque no siempre podamos comprender sus planes, podemos estar seguros de que Él está obrando para nuestro bien, tal como lo afirmó San Pablo “todo sucede para el bien de los que aman a Dios” Romanos 8,28 Con esta certeza, podemos enfrentar cualquier adversidad, seguros de que Dios nunca nos abandona.
“Invitemos a Jesús a la barca de nuestra vida. Entreguémosle nuestros temores, para que los venza. Al igual que los discípulos, experimentaremos que, con Él a bordo, no se naufraga”. Papa Francisco