En misión | Por una Iglesia Sinodal para la Misión en Honduras

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He participado en la XXXII (32) Asamblea Nacional de Pastoral, los días 16 – 18 de junio de 2025. Un encuentro de obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos y laicas; de todas las diócesis de nuestro país. El objetivo principal que nos ha reunido es la preparación de la Misión Nacional 2026 que se realizará en todo el territorio nacional.

Entre oraciones, diálogos, conferencias, trabajos en equipo, fue transcurriendo el tiempo y desarrollando el ¿cómo lograremos hacer esta santa misión? La realidad tan cruenta, inmersa en la oscuridad de la ausencia de Dios, en la frialdad de la lejanía al corazón de Cristo; nos interpela, nos inquieta y nos impulsa a ofrecer la riqueza que tenemos: Jesucristo. Solo Jesús, con su Amor, su Luz, su Verdad, su Vida; es el capaz de romper las tinieblas que envuelve la humanidad. Solo Él puede calentar el corazón del hombre y la mujer que no encuentra sentido a su vida; solo Él puede hacer crecer la fraternidad entre nosotros para hacer caminos para el Bien Común.

El Documento de Aparecida en su numeral 278 fue recurrente en las charlas y trabajos en equipo. Este apartado expone 5 elementos fundamentales para la formación de los discípulos-misioneros: El Encuentro con Cristo, La Conversión, El Discipulado, La Comunión y La Misión. Es a través del anuncio del Kerygma que se llega al Encuentro con Cristo, es escuchar que Jesús nos dice “Sígueme” (ver San Mateo 9, 9); y como respuesta a ese llamado es la Conversión, La Metanoia, decidiendo ser amigo del Señor e ir tras de Él en un Discipulado, para madurar y profundizar en el camino espiritual.

Este sendero se hace entre hermanos, en comunidad, participando de la vida de la Iglesia y en el encuentro fraterno, en Comunión. Y quien se deja amar por Dios, el que experimenta la abundancia de ese Amor Divino, no puede quedárselo para sí, siente la necesidad de compartirlo, por que es una alegría ser enviado para anunciarlo a toda persona y a todo pueblo, esa es la Misión. También hicimos memoria admirada y agradecida por tantos misioneros que -desde 1524 hasta nuestros tiempos- se han entregado, desgastado, donado por completo, al anunció del Evangelio en nuestra tierra, en muchos casos hasta el martirio.

Por tanto, hemos comprendido que el Espíritu Santo desea esta misión, por eso nos ponemos en sus manos para que obispos, sacerdotes, religiosos y agentes de pastoral seamos dóciles y obedientes a este inmerecido y sagrado encargo del anuncio de la Buena Nueva a todos. ¿Has escuchado de la Misión Nacional 2026? ¿Te estas preparando para esta Misión? ¿Ya estas haciendo tiempo y arreglos para no quedarte fuera de ella? Espero que estas y más preguntas ya te las hayas hecho y respondido.

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