
La palabra Kerigma tiene su origen en el idioma griego κήρυγμα (kérygma), que significa “Proclamación” y que etimológicamente procede de keryx, que significa Heraldo. El sustantivo puede designar el contenido del anuncio del heraldo o el acto realizado por él al comunicar una noticia. Cabe destacar que la palabra kerigma aparece 65 veces en el Nuevo Testamento, indicando la gran importancia que adquiere la acción de predicar. El primer y principal proclamador es Jesucristo. San Lucas nos dice que la primera acción pública que realiza es esta: “Llegó a Nazaret, donde se había criado, y el sábado fue a la sinagoga, como era su costumbre.
Se puso de pie para hacer la lectura, y le pasaron el libro del profeta Isaías. Jesús desenrolló el libro y encontró el pasaje donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí. Él me ha ungido para llevar Buenas Nuevas a los pobres, para anunciar la libertad a los cautivos, y a los ciegos que pronto van a ver, para despedir libres a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor. Jesús entonces enrolló el libro, lo devolvió al ayudante y se sentó, mientras todos los presentes tenían los ojos fijos en él. Y empezó a decirles: «Hoy les llegan noticias de cómo se cumplen estas palabras proféticas.»” (San Lucas 4, 16-21) También puedes leer San Mateo 4, 23; 9, 35; San Marcos 1, 14.
A ejemplo del Maestro, los Apóstoles y discípulos de Jesús continuaron con esta acción kerigmática a partir de Pentecostés. San Pablo lo resume de manera magistral: “En primer lugar les he transmitido esto, tal como yo mismo lo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, como dicen las Escrituras; que fue sepultado; que resucitó al tercer día, también según las Escrituras; que se apareció a Pedro y luego a los Doce. Después se dejó ver por más de quinientos hermanos juntos, algunos de los cuales ya han entrado en el descanso, pero la mayoría vive todavía.
Después se le apareció a Santiago, y seguidamente a todos los apóstoles. Y se me apareció también a mí, iba a decir al aborto, el último de todos.” (1 Corintios 15,3-8). Como nos muestra San Pablo, El Primer Anuncio no es una acción original y única de alguien. Esta proclamación contiene los acontecimientos realizador por Jesucristo, Señor y Salvador, en el Plan de Salvación de Dios para todo el género humano. Esta doctrina la recibió la Iglesia desde los Apóstoles.
Es ella como Maestra quien nos proclama primero la Buena Noticia y, nosotros como bautizados y conversos, lo proclamamos a los que necesitan escuchar este anuncio. ¿Has recibido el kerigma? ¿Has caminado en un proceso de conversión y catequesis? ¿Has compartido el kerigma con otras personas? ¡Que el Espíritu Santo encienda nuestro corazón para proclamar a Jesucristo muerto y resucitado para salvación de todos!