En su audiencia general, el Papa Francisco dedicó su catequesis al Espíritu Santo y su papel en la oración cristiana. Señaló que el Espíritu Santo actúa como guía y fuerza en la oración, permitiéndonos conectar profundamente con Dios. La oración no debe ser vista como una obligación, sino como una expresión libre del corazón. Para los cristianos, rezar significa abrirse a recibir al Espíritu Santo y dejar que Él sea quien inspire y transforme nuestra oración, enseñándonos a vivirla como hijos de Dios y no como esclavos.
El Papa enfatizó la importancia de pedir al Espíritu Santo que nos ayude a orar, recordando las palabras de Jesús: “Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del Cielo dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!” Francisco explicó que la oración no es solo un ritual, sino una forma espontánea de diálogo con Dios, en la que el Espíritu nos impulsa a orar incluso cuando no sentimos deseos de hacerlo. Así, cuando estamos abiertos a la acción del Espíritu, nuestra oración se vuelve auténtica y profunda.
Francisco también recordó momentos del Nuevo Testamento donde el Espíritu Santo desciende en la oración, como cuando Jesús ora tras su bautismo o cuando los discípulos oran antes de Pentecostés. Comparó la verdadera oración, que es sincera y dirigida a Dios, con el ejemplo de Elías en el monte Carmelo, quien invocó a Dios con fe y fue escuchado, a diferencia de los falsos profetas. Para la Iglesia, el Espíritu Santo es invocado en la Eucaristía y en otras celebraciones, pidiendo que descienda para santificar y dar vida.
El Espíritu Santo, además, nos enseña a orar correctamente. El Papa recordó la enseñanza de San Pablo, quien decía que el Espíritu intercede por nosotros cuando no sabemos cómo pedir lo que necesitamos. Esta “intercesión inefable” del Espíritu hace que nuestra oración sea escuchada por Dios. Francisco explicó que, a menudo, pedimos cosas equivocadas o de manera egoísta, olvidando buscar primero el Reino de Dios. Es el Espíritu quien nos enseña a orar con sinceridad, buscando lo que realmente nos acerca a Dios.
Finalmente, el Papa exhortó a evitar una oración mecánica y sin sentido, comparándola con el “rezar como loros”. En cambio, animó a los fieles a orar con autenticidad, recordando que el Espíritu Santo nos ayuda a vivir una oración verdadera y cercana a Dios. El Espíritu Santo, afirmó Francisco, es nuestro defensor, quien nos permite sentir el amor de Dios y nos inspira a interceder por los demás, haciendo que nuestra oración sea desinteresada y agradable a Dios, especialmente en este tiempo de preparación para el Jubileo.