Editorial | “Por una misión compartida”

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Del 2 al 27 de octubre de 2024, está llevándose a cabo en El Vaticano la segunda sesión de la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre la Sinodalidad con la participación de 368 miembros clasificados en tres grupos diferentes: los miembros con derecho a voto, los invitados especiales y otros participantes.

Las reuniones y los debates tienen lugar a puerta cerrada y todos los participantes están sujetos a acuerdos de confidencialidad. El evento inició con un retiro espiritual de oración y meditación de dos días y fue dirigido por los asistentes espirituales del Sínodo: el sacerdote dominico Timothy Radcliffe y la monja benedictina Maria Ignazia Angelini y concluyó con una vigilia penitencial presidida por el Papa Francisco a las 6:00 de la tarde del primer día del mes de octubre 2024 en la Basílica de San Pedro.

En la inauguración de los trabajos el Santo Padre expresó que “esta segunda sesión de la Asamblea, guiada por el Espíritu Santo, que “Doma el espíritu indómito, infunde calor de vida en el hielo, guía al que tuerce el sendero”, haciendo referencia a la Secuencia de Pentecostés, deberá ofrecer su contribución para que se conforme una Iglesia sinodal en misión,que sepa salir de sí misma y habitar las periferias geográficas y existenciales cuidando que se establezcan lazos con todos en Cristo nuestro Hermano y Señor”. Además, explicó a los participantes que recorrerán ese camino “sabiendo que hemos sido llamados a reflejar la luz de nuestro sol, que es Cristo, como pálida luna que asume fiel y gozosamente la misión de ser para el mundo sacramento de aquella luz, que no brilla por nosotros mismos”.

En consecuencia, en su habitual video-mensaje de cada mes el Papa del mes de octubre 2024 eligió el tema “Por una misión compartida” como la principal intención de oración para octubre 2024 en él se nos pide a todos los cristianos: laicos, sacerdotes, religiosos, religiosas, “caminar juntos recorriendo el camino de la sinodalidad” para cumplir «Lo que tenemos que hacer todos: dar testimonio con nuestras propias vidas y corresponsabilizarnos de la misión de la Iglesia”. Tanto si se es “conductor de autobús” como “campesina” o “pescador”, la misión es la misma, “cada uno aportando lo que mejor sabe hacer”.

En esta corresponsabilidad se trabaja juntos, independientemente de la vocación de cada uno “Los sacerdotes no somos los jefes de los laicos, sino sus pastores. Jesús nos ha llamado a unos y a otros, no a unos por encima de los otros, sino complementándonos”, explica al comienzo de su mensaje y añade más adelante: “Los laicos, los bautizados, están en la Iglesia en su propia casa, y tienen que cuidarla. “Lo mismo que nosotros, los sacerdotes, los consagrados”; todos con una misión compartida porque hemos sido llamados a poner nuestros talentos y experiencia al servicio de la Iglesia.

A los laicos se les reconoce su contribución y se les desafía a crear comunidades de fe y servicio audaces, osadas, joviales y acogedoras, todo ello desde la sinodalidad que es el camino que Dios espera que recorramos como Iglesia del tercer milenio y enfatiza lo trascendente: “Somos corresponsables en la misión”.

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