Editorial |Nuestra voz |Él nos amó (Dilexit nos)

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Este 24 de octubre, la Santa Sede ha publicado «Dilexit nos» (Él nos amó), la cuarta Carta Encíclica del Papa Francisco sobre el amor humano y divino del Corazón de Jesucristo, en la que retoma la tradición y actualidad del pensamiento “sobre el amor humano y divino del Corazón de Jesucristo”, invitándonos a renovar su auténtica devoción para no olvidar la ternura de la fe, la alegría de ponerse al servicio y el fervor de la misión: porque el Corazón de Jesús nos impulsa a amar y nos envía a los hermanos., “Su corazón abierto va delante de nosotros y nos espera sin condiciones, sin exigir ningún requisito previo para amarnos y ofrecernos su amistad: Él nos amó primero (cf. 1 Jn 4,10). Gracias a Jesús “hemos conocido y creído el amor que Dios nos tiene” (1 Jn 4, 16)”.

La encíclica consta de cinco capítulos y una conclusión, 220 parágrafos y 227 notas referenciales. Un texto con numerosas citas bíblicas, de recordados santos y de los pontífices que le antecedieron, centrados en la importancia del corazón humano, las acciones y palabras de amor, el Corazón de Jesús, que ha amado tanto, un amor que se da a sí mismo como bebida y un amor que responde al amor.

Explora el profundo amor y la devoción al Sagrado Co- razón que ha sido promovido a través de los siglos por incontables santos, entre ellos San Claudio de La Colombière, Santa Margarita María Alacoque, Santa Teresita de Liseux, el Papa San Juan Pablo II, San Agustín, San Buenaventura, Santa Faustina Kowalska, San Juan Enrique Newman, San Ignacio de Loyola, entre muchos otros. El Papa Francisco subraya el amor de Dios revelado en el Corazón de Cristo, que siempre es fuente de vida y consuelo. A su vez, llama a una reparación, que va más allá del deseo de aliviar el sufrimiento que, simbólica- mente, se asocia al Corazón de Jesús. Se trata de construir una “civilización del amor” reconstruyendo lo que el pecado y la injusticia han dañado.

En un primer momento, el santo Padre insiste en la necesidad de recuperar la importancia del corazón, máxime en un contexto en el que es una realidad la tentación de “convertirnos en consumistas insaciables y esclavizados por los engranajes de un mercado al cual no le interesa el sentido de nuestra existencia”. Nada, dice el Papa, vale la pena si se construye sin el corazón. La apariencia, el disimulo y el engaño dañan y pervierten, y solo ofrecen vacío. Por eso, propone hacerse las preguntas decisivas: ¿quién soy? ¿qué busco? ¿qué sentido quiero que tenga mi vida? ¿por qué y para qué estoy en este mundo? ¿quién soy frente a Dios? E, insiste: “En este mundo líquido, es necesario hablar nuevamente del corazón. Pero nos movemos en sociedades de consumidores seriales que viven al día y dominados por los ritmos y ruidos de la tecnología, sin mucha paciencia para hacer los procesos que la interioridad requiere”. El Corazón de Cristo es éxtasis, es salida, es donación, es encuentro y nuestro corazón unido al de Él, nos hace capaces de lograr el “milagro social” añorado.

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