La religiosidad popular está profundamente arraigada en el pueblo hondureño, transmitiéndose de generación en generación. Entre las muchas expresiones de fe que reflejan esta tradición, destaca la devoción al Cristo Negro, una imagen que remite a la venerada efigie de Esquipulas, Guatemala. Cada 15 de enero, miles de peregrinos acuden a los templos donde esta imagen es patrona, reafirmando su fe y compromiso espiritual.
Cercano
La devoción al Cristo Negro tiene un significado especial para los fieles, ya que lo sienten como una imagen cercana, representativa de su identidad y vivencias. El padre Tony Salinas, párroco de San Juan Bautista en Ojojona, destaca que esta representación de Cristo en la cruz, de color oscuro, simboliza la diversidad racial y la humanidad de todas las generaciones. Por su parte, Antonio Suazo, devoto, señala que esta devoción también se ve influenciada por el sincretismo religioso en la región.
“No es que existan varios Cristos, sino que Jesús puede ser representado de diferentes formas para acercar a los fieles a Dios. Por ello, las celebraciones del 15 de enero son de gran importancia en los pueblos mesoamericanos”, explicó. Cabe destacar que no todas las imágenes del Señor de Esquipulas en Honduras son de color negro, ya que varían según el tipo de madera utilizada en su elaboración.
Arte
En la Diócesis de Choluteca, existe un santuario en honor al Cristo Negro, ubicado en Esquipulas, nombre que hace referencia al sitio original en Guatemala, cuna de esta devoción. También hay dos pinturas al óleo, una en la iglesia de San Francisco en Tegucigalpa y otra en Ojojona, plasman la escena del Altar Mayor de Esquipulas, donde aparecen la Virgen, San Juan y María Magdalena abrazada a los pies de Cristo.
MUNICIPIOS HONDUREÑOS QUE CELEBRAN AL CRISTO NEGRO
En al menos 26 municipios de Honduras, el Cristo Negro es venerado como patrono. Algunos de los principales lugares de peregrinación incluyen Morocelí (El Paraíso), Quezailica (Copán), Intibucá, Esquipulas (Choluteca) y Cedros (Francisco Morazán). En cada uno de estos sitios, la devoción se mantiene viva, fortaleciendo la fe de los hondureños.