El Santo Rosario es una poderosa herramienta de oración, una tradición profundamente arraigada que ha acompañado a miles de fieles a lo largo de los siglos. El Padre Eber Noe Espinal, de la Diócesis de Choluteca, nos comenta la importancia de que las nuevas generaciones aprendan a rezarlo y sean más constantes con esta gran herramienta para la Iglesia Católica. “Es una bonita vocación para acercarnos a la madre, esa debería de ser la motivación para que la familia pueda rezar, realizar algún misterio en cualquier momento del día”, dijo.
De igual forma el Padre Eber expresa que la Virgen María es nuestra intercesora para que las oraciones lleguen hacia nuestro Padre Celestial. “El amor por la Madre de Jesús pasa por nuestra familia, comunidades y nuestra experiencia de fe; el Salvador es Jesucristo pero que mejor medio que sea a través de nuestra Señora, para poder llegar a Jesús.” Wilavina Chiang, feligrés de la Arquidiócesis de San Pedro Sula, nos detalla el por qué es importante hacer esta oración, sobre todo en familia.
“Primero la unión familiar es importante, los papás tenemos una gran tarea con los jóvenes, sobre todo hoy en día. Y creo que con todas las distracciones que hay, tanto en tecnología y redes sociales, podemos siempre buscar ese espacio para conectarnos con nuestra Madre, dedicarle algunos 30 minutos y rezar el Rosario juntos. Pedirle tantas bendiciones que hay en esta vida, tantas bendiciones para nuestra familia”, concluyó.
1 Tiempo
A pesar de las ocupaciones diarias, es bueno reservar 30 minutos al día para el rezo del Santo Rosario. Este encuentro con Jesús y María es verdaderamente importante. Este tiempo de oración se reserva finalmente para uno mismo, porque es un tiempo en el que debemos dedicarnos solo a amar.
2 Pausas
San Ignacio de Loyola recomendó la llamada “tercera forma de rezar” que consiste en respirar dos o tres veces antes de volver a retomar la oración. Esto nos permite concentrarnos y saber en lo que estamos para poder dedicarle el tiempo que se necesita.
3 Pensamientos
Uno de los primeros y más importantes pasos hacia la oración interior es no solo dedicarnos a pensar y meditar, sino mirar a quien va dirigida nuestra plegaria. Saber que a quien nos dirigimos nos ama infinitamente, y despertará en nosotros diversos y espontáneos sentimientos.
