Camino del Sínodo: Misión, Esperanza y Justicia Social en Honduras

Los Obispos hondureños, han hecho énfasis en tres temas que deben de ser las claves para vivir el año jubilar 2025

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En un momento crucial para la Iglesia, los Obispos de la Conferencia Episcopal de Honduras (C.E.H.) nos invitan a reflexionar sobre dos grandes acontecimientos eclesiales que marcarán el camino en los próximos años: el Sínodo sobre la Sinodalidad y el Año Jubilar 2025. En su más recientes mensaje, la C.E.H. ha dejado claro que estos eventos no son solo fechas que se celebran, sino poderosos momentos de transformación, esperanza y acción misionera. El llamado es a caminar juntos hacia un futuro mejor, fundamentado en la esperanza que no defrauda.

Unidad

El Sínodo sobre la Sinodalidad, recientemente clausurado, ha sido un proceso de profunda reflexión que invita a toda la Iglesia a caminar” juntos”, con un enfoque particular en la inclusión y la justicia social. “Un camino ancho, abierto a todos”, subrayan los obispos, haciendo énfasis en que la Iglesia debe salir de sus propios muros para abrazar a los más necesitados: los pobres, los excluidos, los marginados.

Este Sínodo, lejos de ser una simple consulta interna, se presenta como una llamada a la acción, especialmente en el ámbito social, político y económico. La Iglesia en Honduras, desde sus raíces más profundas, está llamada a ser un testimonio de la justicia social, no solo en términos de ayuda puntual, sino de transformación estructural. Como recordaba el Papa Francisco en su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, la participación activa de los laicos en la vida pública, especialmente aquellos comprometidos en la política, es esencial para que los valores cristianos penetren de manera significativa en el mundo social y político.

Labor

La sinodalidad invita a todos los fieles a no limitarse a las tareas dentro de la Iglesia, sino a llevar el mensaje del Evangelio al mundo.

EL AÑO JUBILAR 2025

El Papa Francisco inaugurará, en diciembre de 2024, un año jubilar y él he dejado claro que será un tiempo de gracia, es decir, 365 días para renovar nuestra fe, esperanza y la misión en el mundo. Los obispos de Honduras destacan que el Jubileo no es solo un periodo litúrgico, sino un tiempo de conversión personal y comunitaria, donde la Iglesia debe ser testigo de la misericordia y el perdón de Dios. Según el Papa Francisco, el Jubileo debe ser más que un simple acto de devoción; debe ser un momento de “cambio de actitud”.

El Jubileo es una oportunidad para que la esperanza cristiana se convierta en una tarea colectiva, para que seamos misioneros de esperanza en un mundo que la necesita urgentemente. Como dijo el Vicario de Cristo, “no debemos ver el Jubileo como un evento solo para nosotros, sino como un envío misionero para transformar la realidad de nuestros pueblos”. El Padre Héctor López, párroco de la comunidad San Pedro Apóstol de Tegucigalpa, expresó que “Es deber de nosotros los párrocos debemos de educar a las personas de nuestras Iglesias, ya que será un tiempo de gracia en donde la misericordia de Dios estará muy vigente”.

CAMINAR JUNTOS CON AMOR

El Padre Juan Ángel López, Portavoz de la Conferencia Episcopal de Honduras (C.E.H.), leyó la misiva enviada por los obispos en la que también hablan sobre que el Jubileo del 2025 es, en última instancia, un llamado a ser peregrinos de la esperan- za, esto para hacer eco de lo que nos señala el Papa Francisco. La peregrinación no solo es física, sino también espiritual y social. Los cristianos están llamados a recorrer juntos un camino de fe y esperanza, no solo dentro de las Iglesias, sino también en las calles, en las familias, en las instituciones. Este camino, marcado por la sinodalidad y la misión, tiene como meta no solo la salvación personal, sino la construcción de un mundo más justo, solidario y lleno de esperanza.

Al concluir su mensaje, los obispos reiteran que el Jubileo del 2025 no es solo una celebración religiosa, sino una invitación a transformar el mundo desde la esperanza que proviene de Dios, una esperanza que nunca defrauda. Que este tiempo de gracia nos impulse a vivir como verdaderos testigos de la esperanza, extendiendo el abrazo de la Iglesia a todos, especialmente a aquellos que más necesitan sentir el apoyo y el amor de Dios. “Que nuestro Señor Jesucristo y María, Madre de la Esperanza, nos acompañen en todo el camino que, juntos, estamos llamados a hacer y estamos dispuestos a hacerlo, incluyendo en él a quienes más necesitan de nuestro apoyo”, finalizan.

LA LLAMADA A LA ACCIÓN

Los obispos hondureños subrayan que el Jubileo del 2025 debe ser contagioso, una esperanza que se irradia a través de nuestras acciones concretas. La esperanza no debe quedarse en palabras, sino que debe transformar la vida de cada día. “Hagamos de nuestra esperanza una esperanza contagiosa”, expresan con firmeza, invitando a todos los cristianos a vivir de manera que otros también encuentren luz y consuelo en sus vidas.

El desafío es claro: construir una Honduras mejor, una Honduras de esperanza, donde la paz, la justicia y la reconciliación sean valores centrales. Este Jubileo nos invita a colaborar activamente en la construcción de la paz, especialmente en un contexto donde los conflictos sociales y políticos a menudo parecen estar a la orden del día. Los obispos mencionan que, en este Jubileo, la Iglesia debe ser constructora de paz, siguiendo el mandato de Jesús de que “Los que trabajan por la paz serán llamados hijos de Dios” (Mt 5, 9). Esta paz, sin embargo, no es solo la ausencia de conflicto, sino la reconciliación activa entre los pueblos, un proceso que requiere valentía, compromiso y trabajo constante.

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