Esta mañana, durante la Audiencia General en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco centró su catequesis en la acción carismática del Espíritu Santo. Reflexionando sobre los dones personales que el Espíritu otorga a cada creyente, el Santo Padre subrayó que estos carismas no son extraordinarios ni espectaculares, sino capacidades ordinarias que, inspiradas por el Espíritu, adquieren un valor extraordinario. “Cada uno de nosotros tiene su propio carisma – personal y comunitario – y no hay cristianos de segunda clase”, afirmó con determinación.
El Papa destacó la importancia de comprender los carismas como “joyas” otorgadas por el Espíritu Santo para embellecer a la Esposa de Cristo, la Iglesia. Explicó que estos dones, aunque diferentes para cada persona, se conceden para el bien común y la edificación de toda la comunidad. “Los carismas son un don que Dios te da, no para ti mismo, sino para servir a los demás”, enfatizó.
En su mensaje, Francisco aclaró que los laicos no son simplemente auxiliares del clero, sino portadores de carismas únicos que contribuyen a la misión de la Iglesia. “Los laicos no son los últimos, ni colaboradores externos; tienen sus propios carismas y dones”, afirmó. Invitó a redescubrir los carismas de todos los fieles, subrayando que esta promoción del laicado y, en particular, de las mujeres, debe ser entendida no solo desde una perspectiva sociológica, sino como un hecho espiritual y bíblico.
El Pontífice también abordó la preocupación de algunos cristianos que creen no tener carismas, llevándolos a sentirse excluidos. Reafirmó que cada creyente posee dones personales otorgados por el Espíritu. “No hay cristianos de segunda clase; todos tienen algo que ofrecer, un carisma que debe ser puesto al servicio de los demás con amor”, señaló con firmeza.
Finalmente, el Papa destacó cómo la caridad amplifica los carismas, haciéndolos más eficaces para edificar la Iglesia. “La caridad multiplica los carismas, hace que el carisma de uno sea el carisma de todos”, concluyó. Con esta invitación a reconocer y compartir los dones personales, el Papa alentó a todos los fieles a vivir en comunión, guiados por el Espíritu, en la construcción del Reino de Dios.