Ser misionero en Honduras, implica enfrentar una serie de retos. Así lo afirma el Padre Bernardino Lazo, director nacional de las Obras Misionales Pontificias (OMP) y formador en el Seminario Mayor Nuestra Señora de Suyapa (SMNSS). Aunque las misiones brindan la oportunidad de llevar el Evangelio y la esperanza a comunidades necesitadas, también conllevan peligros y desafíos que deben ser superados con valor y convicción.

Defensores de Esperanza
En la última década, Honduras ha visto más de 100 asesinatos de defensores de derechos humanos y ambientalistas. Estos crímenes reflejan los altos riesgos que enfrentan los misioneros que luchan por justicia y protección del medio ambiente.

Conciencia

El Padre Lazo destaca que uno de los principales obstáculos es la falta de conciencia misionera dentro de la misma comunidad católica. “Muchos viven un catolicismo nominal, una participación pasiva que no se compromete a anunciar el Evangelio”, señala. Aunque muchos fieles conocen las Escrituras, pocos asumen el mandato de Cristo de llevar su Palabra a todos los rincones del mundo. Esta desconexión se refleja en la escasez de vocaciones sacerdotales y religiosas, lo que limita la presencia de agentes pastorales en zonas rurales y comunidades apartadas. Otro reto es el aspecto económico. “El trabajo misionero requiere recursos, desde el transporte hasta el sustento”, afirma Lazo. A menudo, la comunidad no es consciente de estas necesidades, y la falta de apoyo dificulta la labor evangelizadora.

“El amor por las misiones, es amor por la Iglesia, es amor por Cristo. Ningún cristiano puede replegarse sobre sí mismo, sino que debe estar abierto a las necesidades espirituales de aquellos que no conocen a Cristo”

San Pablo VI

Defensores

Por su parte, el Padre Juan Carlos Martínez, párroco de la Catedral San Miguel Arcángel, recalca que ser misionero no solo implica predicar la fe, sino también defender la justicia, el medio ambiente y los derechos sociales. “Cuando protegemos los recursos naturales o apoyamos leyes justas, entramos en conflicto con quienes tienen intereses contrarios, lo que expone a los misioneros a críticas y vigilancia”, advierte. Martínez también menciona los peligros inherentes al rechazo social. “Existen comunidades donde organizar actividades cristianas puede provocar rechazo e incluso persecución”, añade. A pesar de esto, asegura que no se debe abandonar la misión: “No podemos darnos por vencidos ante las dificultades; el anuncio del Reino de Dios es fundamental”. El Padre Ramón Maradiaga, asesor de la Pastoral de la Religiosidad Popular de la Arquidiócesis de Tegucigalpa, destaca otro desafío: la falta de compromiso profundo dentro de la Iglesia misma. Según él, muchos laicos no se comprometen más allá de asistir a la misa, lo que limita el alcance de la misión.

1 Misión	
En Honduras, ser misionero significa dedicarse a ayudar a los más necesitados, defender los derechos humanos y promover la justicia social. Cada misionero es un portador de esperanza, dispuesto a enfrentar adversidades y compartir el mensaje del Evangelio.
2 Compromiso
Se traduce en acciones concretas que benefician a quienes se encuentran en situaciones vulnerables. En un entorno de constante riesgo, la entrega y determinación de los misioneros son esenciales para que su mensaje de amor y esperanza logre resonar en la población.
3 Sacrificio
Los misioneros a menudo enfrentan peligros, como la persecución y la violencia, por su labor de evangelización y defensa de la justicia. El caso de Juan López, quien pagó con su vida su compromiso por la causa. Su legado perdura en aquellos que continúan su lucha.


Oración

Maradiaga también recuerda la importancia de la oración y el ayuno en la vida del misionero. “Hay dificultades espirituales que solo se pueden superar con una fe profunda y una vida en constante oración”, afirma. Sin esta fortaleza interior, advierte, la misión corre el riesgo de convertirse en un simple activismo sin transformación real. A pesar de todos los desafíos, los misioneros en Honduras se mantienen firmes en su labor, confiando en que, aunque el camino sea difícil, la obra pertenece a Dios. Como concluye el Padre Maradiaga: “Quien nos ha enviado nos llevará a buen puerto”. Finalmente, el sacerdote invoca la intercesión de la Virgen de Suyapa, pidiendo su protección y guía para todos los evangelizadores que, día tras día, llevan esperanza a los rincones más remotos del país.

Opiniones

P. Alberto Enamorado, párroco Divina Providencia “Entender la misión implica reconocer que todos tenemos una responsabilidad en este mundo y que cada uno de nosotros está llamado a hacer el bien, a pesar de los riesgos que ello conlleva. Si hablamos desde la verdad del Evangelio, es probable que algunos no acepten nuestro mensaje; sin embargo, no debemos acomodarnos a lo que ya está establecido. Es esencial luchar por lo que es justo y verdadero”

P. Bernardino Lazo,director Nacional OMP “La misión en Honduras es un camino lleno de retos y sacrificios, donde la falta de conciencia misionera entre los bautizados es uno de los mayores obstáculos. Muchos católicos viven un compromiso pasivo que les impide profundizar en el mandato de Cristo de predicar el Evangelio. Es esencial despertar en ellos el deseo de involucrarse, pues la misión requiere de la participación de los fieles”

P. Juan Carlos Martínez, párroco Catedral San Miguel Arcángel “Ser misionero en Honduras implica enfrentar realidades difíciles, donde a menudo el rechazo y la persecución son una constante. Sin embargo, nuestra misión no se detiene ante estas adversidades. La defensa de la justicia social y la lucha por los derechos humanos son parte integral de nuestro llamado. No podemos rendirnos ante la adversidad; debemos perseverar en la fe para ser y hacer Iglesia”

P. Ramón Maradiaga, Párroco Santa María de la Esperanza “El verdadero desafío para un misionero radica en la autenticidad de su compromiso. No se trata solo de predicar, sino de vivir el Evangelio en cada acción y decisión. La indiferencia, incluso dentro de la Iglesia, puede ser desalentadora, pero nuestro papel es iluminar la verdad de Cristo. La misión es un proceso continuo que requiere oración y entrega. Recordemos que, la obra es de Dios nos guía”

Juan Antonio López, mártir de la misión

Uno de los ejemplos más recientes de lo difícil que se vuelve ser misionero es el caso de Juan López, delegado de la Palabra de Dios y ferviente defensor del medio ambiente, quien perdió la vida en el cumplimiento de su misión. Su compromiso no solo se limitaba a la evangelización, sino que también incluía la defensa de los recursos naturales y las comunidades rurales en Honduras. “Juan siempre estuvo al frente, luchando por la justicia y el cuidado de la creación”, lo recuerdan la Iglesia y quienes lo acompañaron. Su asesinato es un doloroso recordatorio de los riesgos que conlleva ser misionero en un país donde anunciar el Evangelio también implica defender la vida y el entorno. Como dijo el Papa Francisco: “No se puede callar el Evangelio en una sociedad que necesita su luz”.

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