En los últimos años, las redes sociales se han convertido en un espacio donde muchos católicos expresan sus dudas, preocupaciones e incluso críticas hacia el Papa Francisco. Si bien es legítimo tener dudas, especialmente cuando se trata de temas no proclamados ex cátedra (ex cátedra: cuando el Papa declara solemnemente una verdad de fe o moral, bajo la autoridad de su cargo, y se considera infalible), es esencial abordar esas inquietudes desde la caridad y no desde el sarcasmo o la ironía. Como Iglesia, estamos llamados a buscar la comunión, no a fomentar la división.
La importancia de la pregunta bien formulada
Tener dudas no solo es natural, sino también un signo de una fe viva que busca comprender mejor. Sin embargo, lo que preocupa es la forma en que muchos plantean sus preguntas. En lugar de buscar respuestas genuinas, algunas personas recurren a comentarios sarcásticos o cuestionamientos públicos que tienden a socavar la autoridad del Papa, presentándolo como si estuviera alejado de la fe católica. Este enfoque no solo es poco constructivo, sino que también deteriora la unidad de la Iglesia.
La Carta a los Efesios nos recuerda la importancia de cómo nos dirigimos a los demás:
“No salga de sus bocas ninguna palabra ofensiva, sino solo palabras buenas que ayuden a crecer a quien lo necesite y agraden a quien las escucha.” (Efesios 4:29).
Cuando planteamos dudas o preocupaciones, debemos hacerlo con respeto y el deseo sincero de edificar, no de destruir. La pregunta que surge es: ¿Estamos buscando la verdad o simplemente generar división?
El Papa: Pastor de la Iglesia Universal
Es necesario recordar que el Papa, como sucesor de Pedro, tiene un papel único en la Iglesia. No es infalible en todo lo que dice o hace, pero está llamado a ser el pastor que guía a la Iglesia universal. Incluso cuando no habla ex cátedra, sus palabras y enseñanzas merecen una atención cuidadosa, siempre interpretadas en el contexto de la Sagrada Tradición y la Escritura. El Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda que:
“El Papa, Obispo de Roma y sucesor de Pedro, es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad tanto de los obispos como de la multitud de los fieles” (CIC, n. 882).
Cuestionar o criticar sin respeto a esta autoridad es poner en riesgo esa unidad que todos estamos llamados a mantener.
La actitud ante las dudas
Es legítimo no entender o incluso no estar de acuerdo con ciertos puntos de vista del Papa en temas que no son doctrina definida. Pero hay una manera cristiana de expresar esas inquietudes. Jesús mismo nos enseñó la importancia de la comunión y del amor en la forma en que tratamos a los demás:
“Que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti; que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste” (Juan 17:21).
Este llamado a la unidad es un principio fundamental de nuestra fe. Cuando discutimos, especialmente en público, debemos preguntarnos si nuestras palabras fomentan la unidad en la Iglesia o si contribuyen a su división.
Preguntar desde la humildad y el respeto
La tradición de la Iglesia está llena de ejemplos de santos y teólogos que, en sus momentos de duda, buscaron respuestas con humildad y respeto. San Agustín, por ejemplo, no temía plantear sus dudas, pero siempre lo hacía desde la perspectiva del respeto a la verdad y a la autoridad de la Iglesia. Del mismo modo, hoy estamos llamados a preguntar con un corazón abierto, no con el propósito de desacreditar, sino de comprender.
El Papa Francisco mismo, en su encíclica Fratelli Tutti, hace un llamado a la unidad y al diálogo:
“El diálogo entre personas de distintas culturas no solo es necesario para la paz, sino también para enriquecer la vida de las personas” (Fratelli Tutti, n. 150).
Dialogar con respeto y apertura es la vía para resolver nuestras dudas, no los ataques irónicos o las críticas públicas.
Conclusión
Es natural tener dudas, incluso sobre lo que dice el Papa. Sin embargo, la forma en que planteamos esas dudas refleja nuestro compromiso con la comunión en la Iglesia. La caridad debe guiar nuestras palabras y acciones, buscando siempre edificar y no destruir. Recordemos que, más allá de las diferencias, todos compartimos la misma fe en Cristo y estamos llamados a vivir en unidad, respetando la autoridad que Él mismo estableció en su Iglesia.
Referencias:
- Catecismo de la Iglesia Católica (1992). Librería Editrice Vaticana.
- Sagrada Biblia, Efesios 4:29; Juan 17:21.
- Papa Francisco, Fratelli Tutti (2020). Librería Editrice Vaticana.