La historia de la Madre María Pilar Adámez ha conmovido a miles de personas. Era de la congregación de las Oblatas de Cristo Sacerdote, que ofrecen su vida a Dios por los sacerdotes y por la Iglesia.
Estas religiosas han pasado momentos difíciles. Sobre todo en Semana Santa, el Jueves Santo 6 de ellas dieron positivas al coronavirus, y el Domingo de Resurrección tuvieron que llevar al hospital a la Madre Pilar. Desde ese entonces no volvieron a verla porque estuvo aislada en el centro médico.
La Madre Teresa Superiora, de las Oblatas de Cristo Sacerdote expresó “Cuando la iban a ingresar, pues ella me dijo: ‘Sólo queda abandonarse a la voluntad de Dios, porque si no, estás perdida. Lo que Él quiera que es siempre lo mejor’”.
Otra de las religiosas, la Hermana Asunción dijo “Enseguida que pudimos, le dimos, le llevamos el teléfono para que ella pudiera ponerse en contacto con nosotras, y también tener nosotras contacto con ella”.
Sor Teresa mencionó que Sor Madre María Pilar llamó por teléfono “puse voz alta y les dije a las hermanas: ‘Es Madre Maria Pilar’, y le dimos un aplauso, de cariño. Pero ella estaba en ese momento como despidiéndose para el Cielo. Le acababan de dar la Unción, la comunión, la absolución. Dijo: ‘Me voy al Cielo, me voy al Cielo, lo que Dios quiera’”.
Como ha sucedido en todo el mundo los pacientes de coronavirus, al dolor físico se unía el drama de no poder estar cerca de tu familia. Ella lo vivió con mucha fe, ofreciéndolo por los sacerdotes.
La Hermana Teresa manifestó que la Madre Pilar “Repetía continuamente cuando estaba ingresada “Pro eis, pro eis”, Como no podía hablar nada, porque estaba fatigada, con dificultad de respiración, pues con el Pro eis, por ellos y Pro Ecclesia, por la Iglesia”.
Cinco horas antes de fallecer, la Madre Pilar, que estaba sola en la habitación del hospital, escribió un mensaje a su monasterio para despedirse y resumir cómo había sido su vida. El mensaje decía: “Jesús, presiento mi última noche. Gracias, mi Dios por unirme tan profundamente al dolor puro de tu entrega en la Cruz”.
La Hermana Asunción explica que a las doce de la noche llamaron del hospital para decir que la Madre estaba muy mal y que casi seguro no sobreviviría esa noche, a las tres de la mañana volvieron a llamar para dar la noticia que ya había partido “es un sentimiento de gran impotencia y me imagino que esto les pasará a todas las familias, que tienen un caso así, es un sentimiento de impotencia y de dolor grande, grande, muy grande”.
La Madre María Pilar hasta hace pocos años fue la madre general de la Congregación. Llevaba poco más de un año en un monasterio en Huelva, en el sur de España. Allí cuidaba de otras religiosas ancianas. Se contagió cuidando a una de ellas. El coronavirus se la llevó, pero también ayudó a dar a conocer la fuerza de su vida.