No hay duda que el día 16 de agosto del 2025 quedara grabado en nuestra memoria y en nuestro corazón, pues ha sido el día en que el pueblo de Dios se ha unido para clamar a su Señor por la paz y la democracia de nuestra amada Honduras, sin distingos de clase social, origen étnico o congregación religiosa, simplemente unidos por la fe en un Dios que escucha nuestras suplicas y clamores, como un Padre amoroso en beneficio de esta tierra llamada Honduras, que lo único que desea es vivir en paz, ser una nación cuya identidad sea la pasión por la verdad y el bien común.
Después de esta jornada de oración confiada, Dios está llevando las cosas a un punto crítico donde veremos que comienzan a suceder algunos cambios espirituales reales y la invitación es a mantenernos fuertes y no abandonar la oración.
Muchos incidentes ocurrieron antes, durante y después de ese momento santo de oración, pero el Señor en su palabra nos anima: “1.No te exasperes a causa de los malos, ni envidies a los que cometen injusticias,2 porque pronto se secarán como el pasto y se marchitarán como la hierba verde. 3 confía en el Señor y practica el bien; habita en la tierra y vive tranquilo:4 que el Señor sea tu único deleite y él colmará los deseos de tu corazón. 5 encomienda tu suerte al Señor, confía en él, y él hará su obra; 6 hará brillar tu justicia como el sol y tu derecho, como la luz del mediodía.” Al leer el Salmo 37 (36) debemos recordar esta verdad: la maldad tiene fecha de caducidad; es algo que con frecuencia olvidamos al orar por Honduras.
Vemos el estado pecaminoso de nuestra tierra y lamentamos lo mal que se han puesto las cosas y pensamos que Dios se ha olvidado de nosotros, pero bajo ninguna razón debemos perder la esperanza como nación porque estamos llamados a vivir fielmente en esta tierra, a responder no por miedo sino a mirar para arriba porque “el auxilio nos viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra”.
Creemos y sabemos que el Señor actuara y no se quedara de brazos cruzados porque después de escuchar nuestras suplicas y orar por nuestros líderes, sean buenos o malos, en esa caminata del 16 de agosto, Dios intervendrá: Él estará en medio de todo el proceso de elecciones; El silenciará a los malhechores y la violencia cesará; El pondrá escudos alrededor para proteger a nuestro país contra lo que las fuerzas de la oscuridad nos tienen reservado, porque si confiamos en que Dios sigue siendo misericordioso y escucha nuestras oraciones, Él actuará y el mal no durará para siempre pero debemos pedirlo tal cual lo hicimos el sábado 16 de agosto.
Es fácil perder el enfoque y refugiarse en la desesperación, inquietarse, enojarse, impacientarse pues son reacciones naturales a lo que está sucediendo. Pero no debemos caer en esa trampa, porque el Señor nos promete que los mansos heredarán la tierra y gozarán de gran felicidad.
Espera en el Señor, se valiente, espera en el Señor