Madurez y compromiso: pilares para responder al llamado de Dios

La Iglesia recuerda que toda vocación, sea sacerdotal, religiosa, matrimonial o laical, necesita madurez, discernimiento y un compromiso alegre para servir a Cristo y a su Reino

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TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Julio es conocido dentro de la Iglesia como el Mes de las Vocaciones, un tiempo especial para orar, reflexionar y motivar a jóvenes y adultos a descubrir el llamado de Dios en sus vidas. Este período, además de promover nuevas vocaciones al sacerdocio y la vida consagrada, también recuerda que la vocación cristiana abarca todos los estados de vida: desde el matrimonio y la soltería consagrada, hasta la misión comprometida de los laicos.

Para responder a este llamado, la Iglesia insiste en dos elementos fundamentales: madurez y compromiso. La vocación no es fruto de un impulso momentáneo, sino de un proceso de discernimiento serio, acompañado por la oración y la guía espiritual. Para el Padre Carlos Rubio, vicerrector del Seminario Mayor Nuestra Señora de Suyapa (SMNSS) y responsable de la Pastoral Vocacional de la Arquidiócesis de Tegucigalpa, la vocación no se reduce a un estado de vida, sino que “Necesita madurez para discernir y compromiso para servir al Reino de Dios y a nuestro Salvador Jesucristo”.

Según la enseñanza de la Iglesia, cada bautizado tiene una misión particular, así lo afirmó el Papa Francisco en Christus Vivit: “El Señor nos llama a cada uno de nosotros y ese llamado requiere coraje y decisión, pero sobre todo disponibilidad de corazón”. El Padre Gerardo Vallecillo, Párroco de la comunidad Madre Dolorosa, destaca que “La vocación no es algo impuesto; es un camino que Dios va mostrando en libertad, con oración y acompañamiento espiritual”. Oscar Osorio, misionero laico, recalca que “el proceso vocacional necesita espacios de reflexión para descubrir qué quiere Dios por encima de lo que uno espera de la vida”, afirma. La Iglesia recuerda que todos somos llamados por mandato: “La mies es mucha, pero los obreros pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que envíe obreros a su mies” (Lc 10, 2).

1 Vocación

Responder a la vocación es un acto de amor que implica decir “sí” con libertad y confianza, poniendo los dones personales al servicio del Evangelio. Es un llamado que Dios hace a cada bautizado para servirle desde su propia realidad de vida.

2 Discernimiento

Discernir no es decidir a solas, sino abrir el corazón en oración, dejarse acompañar espiritualmente y reflexionar a la luz del evangelio. Evitando confundir un deseo propio con un llamado del Señor, asegurando una respuesta madura y generosa.

3 Autenticidad

Asumir con alegría la misión que Dios confía, vivir de acuerdo con la verdad de lo que uno es y ha sido llamado a ser. Una vocación auténtica se reconoce porque brota de un corazón libre, que se entrega sin imposiciones ni intereses personales.

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