
TEGUCIGALPA, HONDURAS.- La Divina Providencia quiso que el Evangelio que se proclamó en la Misa del inicio del Pontificado del Papa León XIV, se recordará el programa oficial del discipulado cristiano. Jesús señala que, “En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros”. El amor, ha sido el tema central del día y establece un importante mensaje que, el Sumo Pontífice ha querido adoptar en su ministerio petrino.
Unidad
En una mañana soleada, acompañada por algunas gaviotas que, durante la primavera, sobrevuelan los cielos vaticanos, una multitud de personas, más de 200 mil según el conteo local, llegaban a la Basílica de San Pedro para ser testigos de un hecho trascendental. El inicio del pontificado de León XIV, un Romano Pontífice multifacético que, complementa su distinción misionera con expertise doctrinal. Su amor por las matemáticas con la espiritualidad agustina, su origen estadounidense con su corazón peruano.
El Papa, al iniciar la Eucaristía, mostró un rostro emocionado, como quien se aguanta llorar, por entender que, Si Dios le ha dado esta responsabilidad, confía en que, también le dará la gracia para poder sobrellevarla. En su mensaje destacó que, “Amor y unidad: estas son las dos dimensiones de la misión que Jesús confió a Pedro”. A Pedro, se le confía la tarea de “amar aún más” y de dar su vida por el rebaño. El ministerio de Pedro está marcado precisamente por este amor oblativo, porque la Iglesia de Roma preside en la caridad y su verdadera autoridad es la caridad de Cristo. “No se trata nunca de atrapar a los demás con el sometimiento, con la propaganda religiosa o con los medios del poder, sino que se trata siempre y solamente de amar como lo hizo Jesús”, dijo el Vicario de Cristo, quien también exclamó que, su gran deseo es “una Iglesia unida, signo de unidad y comunión, que se convierta en fermento para un mundo reconciliado”.
Testimonio
El Padre Rodolfo Varela, de la Arquidiócesis de Tegucigalpa y quien se encuentra cursando estudios en Roma, tuvo la oportunidad de participar en esta Misa solemne. El afirma que concelebrar la Eucaristía en el inicio del pontificado de Su Santidad el Papa León XIV “Fue, sin duda, una de las experiencias más hermosas que he vivido como sacerdote. No fue solo estar presente en un acontecimiento histórico, sino sentir, en el corazón mismo de la Iglesia, la fuerza de la comunión que nos une como pueblo de Dios”. Cada gesto, cada signo, cada palabra pronunciada durante el rito hablaba por sí mismo.
La liturgia, rica en simbolismos, recuerda que el Papa no asume solo un cargo, sino una misión: la de confirmar a sus hermanos en la fe y servir como puente de unidad para todos. La entrega del palio, el anillo del pescador, la profesión de fe… todo era catequesis viva, visible, que nos ayudaba a comprender mejor lo que significa caminar juntos como Iglesia. El presbítero destaca que, “durante esa Misa sentí con fuerza que no estamos solos. Que el Espíritu Santo sigue guiando a la Iglesia, suscitando pastores según el corazón de Cristo, y que, en medio de nuestras fragilidades humanas, la gracia de Dios sigue sosteniendo la barca de Pedro”.
1 Amor
Con la luz y la fuerza del Espíritu Santo, construyamos una Iglesia fundada en el amor de Dios y signo de unidad, una Iglesia misionera, que abre los brazos al mundo, que anuncia la Palabra, que se deja cuestionar por la historia, y que se convierte en fermento de concordia para la humanidad.
2 Misión
El espíritu misionero debe animar a la Iglesianos, sin encerrarse en nuestro pequeño grupo ni sentirnos superiores al mundo; estamos llamados a ofrecer el amor de Dios a todos, para que se realice esa unidad que no anula las diferencias, sino que valora la historia personal de cada uno y la cultura social y religiosa de cada pueblo.
3 Desafío
En nuestro tiempo, vemos aún demasiada discordia, demasiadas heridas causadas por el odio, la violencia, los prejuicios, el miedo a lo diferente, por un paradigma económico que explota los recursos de la tierra y margina a los más pobres. Y nosotros queremos ser, dentro de esta masa, una pequeña levadura de unidad, de comunión y de fraternidad.