“Que se haga tu voluntad y no la nuestra, Señor”

A menudo podemos sentir que lo que nos sucede o los planes que hemos establecido se salen de control, pero es Dios quien toma la última palabra

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¿Cuántas veces nos enfrentamos a situaciones en las que nuestros planes no resultan como esperábamos? Lo planificado se desmorona, los sueños se retrasan y el camino parece incierto. En esos momentos, podemos sentir frustración o incluso dudar. Sin embargo, es precisamente ahí donde Dios nos llama a confiar plena- mente en Él, recordándonos que su voluntad siempre es mejor que la nuestra.

Aceptación

Jesús mismo, en el momento más decisivo de su vida, nos enseñó a entregarnos al Padre con humildad y confianza: “Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22, 42). Esta oración pronunciada en el Huerto de Getsemaní, es una invitación para que nosotros también aprendamos a decir: “Hágase tu voluntad y no la nuestra”. Es un acto de fe que reconoce que, aunque no entendamos el presente, Dios ve el cuadro completo de nuestra vida y su plan siempre busca nuestro bien.

Discernimiento

Es necesario meditar mucho para encontrar la voluntad de Dios. El Padre Cristóbal Fones, Jesuita, enfatiza en que “Discernir es ejercitarse para reconocer lo que viene de Dios y lo que me aparta de Él. Implica observar mis emociones, pensamientos y experiencias poniéndolos delante de Jesús”.

Discernir nos enseña a vivir atentos a la guía del Espíritu Santo, aceptando que mu- chas veces nuestras dificultades tienen un propósito divino que solo se revela con el tiempo. A menudo, buscamos la felicidad en el bien- estar inmediato, pero como explica Fones: “La felicidad no coincide con el bienestar. Incluye sacrificio y renuncia, porque entregarse es difícil, pero siempre vale la pena.” Aceptar la voluntad de Dios no significa evitar los retos, sino abrazarlos con fe, confiando en que cada paso nos lleva a un propósito mayor. El discernimiento nos da la paz de saber que, incluso en la incertidumbre, Dios está con nosotros. Decir “Hágase tu voluntad” es un acto de fe que da sentido a nuestra vida. Nos libera del peso de querer controlarlo todo y nos invita a caminar con confianza, sabiendo que Dios guía cada decisión hacia nuestro bien y su gloria.

“Pide al Espíritu Santo que ilumine tus decisiones. En la encrucijada de tus caminos, el discernimiento te llevará a descubrir la paz que solo se encuentran al vivir según la voluntad de Dios”, concluyó el sacerdote.

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