Los monaguillos: un testimonio de esperanza para la Iglesia

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En una sociedad que a menudo olvida al Señor, los monaguillos son un signo de esperanza y renovación. Su presencia en el altar es una invitación para acercarse a Dios con un corazón puro, en donde se ejemplifica el servicio a los demás con amor y humildad. Este fin de semana, participan del jubileo con una peregrinación a la Basílica de Suyapa, para demostrar que, son peregrinos de esperanza, están llamados a ser un signo de esperanza en las comunidades parroquiales, sobre todo por la generosidad de su servicio.

El Padre Santos Pablo Vásquez, Párroco de la comunidad San Martín de Porres afirma que, “Todos los monaguillos pueden ser peregrinos de Esperanza con su servicio al altar, con su devoción y especialmente siendo ejemplo de cómo vivir la Eucaristía, porque, aunque no se den cuenta, ellos son maestros en la liturgia y en la espiritualidad eucarística, ellos tienen que estar atentos al altar muy devotamente y esa forma forman también al pueblo de Dios”.

Testimonios

Daniel, Dulce y David, son tres hermanos, que durante su infancia prestaron su servicio al Señor en el altar. El ejemplo de David, el mayor de los tres ha provocado que, los otros dos sigan su ejemplo. Este gesto de esperanza lleva un compromiso muy alentador ya que, no solo es dedicarse al servicio del altar, sino, ser ejemplo en el hogar, en el estudio y con los demás. David comenta que, en este jubileo, para realmente ser peregrinos de Esperanza, “Se debe participar en obras de caridad, organizando actividades espirituales, apostolados, animar a los jóvenes dentro y fuera de la Iglesia, mantener y fortalecer la costumbre de la oración para mantenerse su fe. Por años desde los 11 años que soy monaguillo son las actividades que nos han mantenido unidos y fortalecidos como grupo de monaguillos”.

Dulce, es la menor de los tres y expresa que, a través de su servicio y dedicación en la Iglesia, esta experiencia le ha servido para profundizar en su camino de fe, esperanza y compromiso “Como ayudantes del sacerdote, tenemos un rol especial en la liturgia, lo que nos convierte en actores claves en la vivencia de la fe dentro de nuestra comunidad”. Ángel, ahora sirve también como cate- quista, y enfatiza que, ser un monaguillo “significa vivir la vida con amor a sirviéndole a Dios acolitando desde los 14 años y llevar el testimonio de este bonito servicio para así demostrar más mi fe y hacer que más jóvenes busquen de Dios a través de este servicio de amor sirviendo siempre de corazón”.

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