Reflexión | Santa María Leonia Paradis

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Interrumpo mi meditación sobre la Dilexit Nos, para dedicar unas palabras a una santa que, tiene que ver mucho con nuestro terruño a partir de la Congregación de las Pequeñas Hermanas de la Sagrada Familia, que ella fundó. De hecho, como lo dijo el señor arzobispo en la homilía de la misa en acción de gracias por su canonización, a Santa María Leonia Paradis, la conocemos a través de sus hijas. Los santos, con su modo de ser, con su modo de actuar y vivir, siempre nos cuestionan. Nos ponen frente al espejo de nuestra propia historia y nos retan a caminar más, a servir más. Santa Madre Leonia, una santa «de todo corazón», nos ha mostrado un camino sencillo pero muy recio, del seguimiento del Señor.

Su perseverancia y tenacidad en la búsqueda del rostro de Cristo, sobre todo sirviendo y acompañando a los que por vocación estaban llamados a servir a otros, la colocó en una situación de particular vulnerabilidad y crítica, que supo vencer gracias a la oración, al silencio y a la firme convicción de que hacía lo que Dios había sembrado en su corazón. La fundadora de las «Pequeñas Hermanas de la Sagrada Familia», supo hacerse pequeña, sin pretensiones, sin la búsqueda enfermiza de ser notada o reconocida. Lo suyo era servir y punto.

Mujer de profunda fe, respondió en cada momento de su vida a la llamada de Dios, viviendo cada acontecimiento y cada encuentro con las personas que se encontró a su paso, con amor y con la firme convicción que lo que pasaba era siempre, una expresión de la voluntad de Dios.

Por eso, podemos decir que la clave de su santidad está en eso: vivir siempre y en todo, en la voluntad de Dios. La gran catequesis de su vida para nosotros, es esa, corresponder a la voluntad divina para santificarnos. Vivir en la voluntad de Dios y hacerse cada día más humilde, fueron las claves de su camino de santificación. Junto a ello, más aún, por ello: Servir a Cristo, a Cristo sacerdote, a Cristo débil, frágil en el rostro de sus sacerdotes y de los enfermos, fue su vida y su camino de santificación. Servir, servir, servir… ¡eso es la santidad! Servir a Cristo sacerdote, como Cristo sacerdote nos ha enseñado a servir, porque Él «no vino a ser servido, sino a servir».

La santidad en lo cotidiano, la santidad en lo sencillo, la santidad a la manera escondida de la Sagrada Familia en Nazaret. Sin ruido, sin publicidad, pero construyendo, levantando con las manos un mundo distinto, un mundo mejor, un mundo según el Corazón de Dios. El modelo de la santidad de Madre Leonia es el modelo de Jesús, María y José. Una comunidad de amor, de trabajo, de ayuda mutua, de alegría y de fidelidad a la voluntad de Dios.

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