En misión | Manuel de Jesús Subirana

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El padre Subirana nace en Manresa una provincia de Barcelona, ingresa al seminario en 1825 a sus 18 años, es formado y en causado a la misión por Pablo de Jesús Corcuera, quien regía la diócesis y era reconocido por su actuación celosa episcopal y con mayor énfasis en la formación de los candidatos al sacerdocio (Claretianos vol.1) Será en agosto de 1844 cuando Antonio María Claret (canonizado por el Papa Pio XII), hace una solicitud a la Santa Sede presentando un proyecto y pidiendo gracias especiales a ciertos jóvenes misioneros dentro de los cuales Subirana estaba incluido, en su carta exponía: “obreros evangélicos, animosos de veras y prontos y resueltos a seguir el mismo tenor de vida y de fatigas apostólicas como el Orador, de modo que puedan ejercitarse por las provincias de España y derramar en ellas la Palabra de Dios”. El estilo de vida del grupo quedaba descrito en un texto de Claret titulado “Reglas que debe observar el que quiere salir un misionero perfecto”, En ella podemos leer que antes de salir a misionar cada día se debe realizar una serie de ejercicios; iniciando con media hora de oración mental, la celebración de la Misa al menos dos veces al día, el rezo del Oficio Divino, la estación del Santísimo, una parte del Rosario y la corona “Dignare me laudare”, se debía leer cada día un capítulo del Nuevo Testamento.

Claret describe en una de sus cartas que Subirana fue; “muy virtuoso, sabio y celoso con el Evangelio”, que su dedicación es admirable y contagia la alegría de la fe. Subirana escribió en sus anotaciones, algunas recomendaciones para los misioneros que viniesen de otros lugares: el prime- ro no quejarse de las cualidades de un lugar, segundo no hacer elogios de su tierra de origen, tercero no hablar con alardes, cuarto mantener siempre la mansedumbre de forma inalterable, quinto ser desprendidos de todo interés material y sexto ser celosos, píos y devotos. Que el ejemplo del Padre Subirana nos aliente e ilumine para seguir llevando con alegría y esperanza a Cristo a todos hasta que el Señor vuelva. Adelante hermanos y hermanas con la fuerza del Espíritu, testigos de Cristo siempre. Que viva la misión.

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