Que el Dios de la esperanza los llene de toda alegría y paz a ustedes que creen en él, para que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo, Romanos 15,13”, cita con la cual inicia el Mensaje de la Conferencia Episcopal de Honduras-CEH- publicado el lunes 4 de noviembre del presente año como exhortación, al concluir los trabajos de la Asamblea Plenaria de Obispos y que en su párrafo inicial saludan en la paz del Señor, al pueblo de Dios y nos comparten noticias y reflexiones sobre el Sínodo de la Sinodalidad, concluido hace 2 semana en Roma, y el Año Jubilar 2025, que iniciará el 24 de diciembre del 2024.
El Sínodo de la Sinodalidad concluyó con un documento final que contiene 155 puntos aprobados, entre esos puntos, se insiste que los procesos de toma de decisión serán, más sinodales, lográndose que el discernimiento eclesial, sea más rico como resultado de la escucha de todos; en especial de quienes se encuentran en los márgenes de la comunidad cristiana y de la sociedad; siempre partiendo de la Palabra de Dios y sirviéndose de la Tradición y el Magisterio de la Iglesia, en consecuencia los Obispos en su mensaje nos invitan a abrir “la mente y el corazón para caminar juntos.
Un camino, además, “ancho”, abierto a todos, especialmente a los que más lo necesitan: los pobres, los excluidos, los marginados. Como a buenos creyentes, nos tiene que tocar fuerte ese llamado especial para los que socialmente no cuentan” y “Del corazón de nuestra Iglesia en Honduras tiene que brotar un especial llamado a quienes en la vida social, política y económica tienen la responsabilidad de hacer una Honduras para todos”. El mensaje continúa diciendo “Es muy necesario que tengamos esta amplitud de misión de la Iglesia, para que el Sínodo no se nos quede sólo “hacia adentro”.
El mismo Jesús nos mandó ser ‘la sal de la tierra” (Mt 5,13), justamente para llevar el “sabor” del Evangelio a todo este inmenso campo que es la realidad del día a día de nuestro país. En este sentido, el Sínodo no acaba en la “participación y la comunión”, sino que desemboca en la Misión”, haciendo eco de lo que recoge el propio texto final del Sínodo, en el sentido que “el proceso sinodal no termina con el final de la actual Asamblea del Sínodo de los Obispos, sino que incluye la fase de implementación”.
Y en lo que concierne al otro gran evento eclesial: El Año Jubilar 2024, la Conferencia Episcopal de Honduras, también nos resalta que “el Jubileo es un tiempo especial de misericordia y perdón” un tiempo de gracia que no se puede quedar solo en actos vacíos sino en cambios reales de actitud “para ser hombres y mujeres más esperanzados y creadores de esperanza” comprometidos en llevar “a cabo proyectos concretos de paz y se construyan con valentía y creatividad espacios de negociación en el País para una paz verdadera”. “Hagamos de nuestra esperanza una esperanza contagiosa” y que “nuestro testimonio creyente pueda ser en el mundo, levadura de auténtica esperanza, anuncio de cielos nuevos y tierra nueva” (cf. 2P 3,13).