EN MISIÓN | Se terminó octubre, mes de las Misiones… ¿y?

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Cuando se está finalizando el mes de octubre, e iniciando el mes de noviembre; siendo tan cargado de actividades que tratan de animarnos a todos para ser discípulos-misioneros del Señor Jesús, queda la sensación… será que también ¿se acabarán las ganas de ser misionero? ¿Se olvidarán, en las parroquias y grupos apostólicos, de la vocación misionera a la que todos es- tamos llamados? Frecuente- mente compartimos la cita bíblica que habla del mandato misionero: “Jesús se acercó y les habló así: «Me ha sido dada toda autoridad en el Cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos.

Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (San Mateo 28, 18-19). Y se nos hace largo llegar al siguiente versículo: “y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado a ustedes. Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la historia.” (San Mateo 28, 20). Esta última parte nos lanza a la misión hasta el fin de los tiempos, hasta el fin del mundo. Jesús nos envía como discípulos misioneros para hacer misión permanentemente.

Anunciar el Reino de Dios a todos los confines de la tierra, a bautizar y enseñar su mensaje, hasta que Él vuelva. Y no hasta que nos cansemos, menos hasta que nos vaya bien. La Misión empezó con Jesús y su Iglesia, llevando la Buena Nueva, la Feliz Noticia, a propios y extraños, y desde nuestro bautismo, esa misma tarea es para cada uno de nosotros… ¿Hasta cuándo? Hasta que el vuelva, hasta el fin de la historia. Así nos lo recordó el Papa Benedicto XVI: “la Iglesia está constituida por la fe en el misterio de Dios, que se ha revelado en Cristo para traernos la salvación, y por la misión de testimoniarlo y anunciarlo al mundo, hasta que Él vuelva.”

(Mensaje DOMUND 2012) Sabiendo que esta tarea solo tiene límite en la Venida de Cristo, recordemos las palabras del Papa San Pablo VI: “Conservemos, pues, el fervor espiritual. Conservemos la dulce y confortadora alegría de evangelizar, incluso cuando hay que sembrar entre lágrimas.” (Evangelii Nuntiandi 80) ¡Ánimo! ¡Cristo Vive! Y nos quiere Discípulos-Misioneros incansables y alegres hasta que Él regrese.

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