La Corona de Adviento es una de las tradiciones más representativas del tiempo litúrgico que nos prepara para la Navidad. Las cuatro velas que la componen, encendidas semanalmente, marcan la espera y la esperanza por la llegada de Jesús. Una pregunta frecuente entre los fieles es: ¿cuál es el color correcto de estas velas? Aunque existe una tradición asociada al uso de colores específicos, lo más importante no es el color en sí, sino el significado profundo de la luz que representa.
Tradicionalmente, las velas de la Corona de Adviento son tres de color morado y una de color rosado. El morado simboliza el tiempo de preparación, conversión y penitencia, mientras que la vela rosada, encendida el tercer domingo (Gaudete), representa la alegría por la cercanía del nacimiento de Cristo. Sin embargo, esta tradición no es un requisito estricto y puede variar según las costumbres locales o parroquiales.
En algunas comunidades, se utilizan velas de color rojo, que evocan la alegría y el amor, en otras ocasiones, se opta por velas blancas, símbolo de la pureza y la luz de Cristo. Otras veces, cada domingo es con un color diferente; azul, verde, rojo y blanco pero, también se pueden usar velas de un solo color, como morado o blanco, sin alterar el significado de la Corona.
Lo esencial de esta práctica es el significado de la luz de Cristo. Cada vela que encendemos nos recuerda que Jesús es la luz del mundo, que disipa las tinieblas del pecado y nos guía en el camino hacia la salvación. La luz de las velas nos invita a reflexionar sobre nuestra vida espiritual, renovando nuestra fe y esperanza en la promesa del Emmanuel: “Dios con nosotros”.
Por tanto, no importa si tus velas son moradas, rosadas, rojas o blancas. Lo importante es que cada una de ellas ilumine tu corazón y te acerque al verdadero significado del Adviento: la preparación para recibir con alegría y esperanza al Salvador. En esta variedad de colores se manifiesta la riqueza de nuestra fe y la unidad en lo esencial: Cristo, la luz que viene a iluminar al mundo.