Comenzamos un nuevo año y como siempre lo hacemos con la mi rada puesta en Dios y llenos de esperanza. Sin olvidar que esta es una virtud teológica, es decir nace en Dios y debe desembocar en Dios. Talvez precisamente en esto, en el hecho que olvidamos que Juan Ángel López Padilla Sacerdote se trata de una virtud, es decir que debe ser practicada y no solamente deseada, dónde está nuestra mayor dificultad porque la esperanza es una virtud activa, no pasiva. De hecho, quizás en esto está la primera de las contradicciones porque no existe ninguna virtud pasiva.
Como ocurre desde 1968, en plena guerra fría, el 1 de enero es también la Jornada Mundial de La Paz. Este año, el santo padre ha querido regalarnos un bello mensaje centrado sobre la experiencia jubilar del llamado a la reconciliación. Es realmente hermoso ver cómo el Papa nos invita una vez más, a revisar nuestras actitudes y a trabajar para que se instaure lo que él llama: “la justicia libera dora de Dios”. Partiendo de la dolorosa realidad de los daños que hemos causado a nuestra casa común, el papa nos recuerda que todos somos de alguna manera responsables, de las condiciones de injusticia y desigualdad que se ven en nuestro mundo. Es imprescindible, una vez más, poner nuestra mirada en el Buen Dios que constantemente nos está invitando a buscar su perdón cuando sabemos reconocer que toda relación nace, de la relación con Él.
Nuevamente, insiste el Papa en que sin Dios nuestras relaciones estarán motivadas por el deseo de explotar al otro, de aprovechar nos de él, lo cual no genera sino injusticia. Es por eso que, dolorosamente, el Papa tiene que alzar la voz para recordar a los países desarrollados y sobre todas las instituciones financieras globales, la usura con la que han procedido enriqueciéndose a costa de los más débiles. Evidentemente, en la contra parte de los países más pobres del planeta, en el cual se incluye el nuestro, está el hecho que, cuando yo pido que se me perdone es porque estoy arrepentido de aquello que ha causado esta solicitud. En nuestro caso, lo insisto, es doloroso ver las actitudes de los que gobiernan y de los que quieren gobernar que están plagadas de una intencionalidad egoísta y que, enfermos de corrupción, nos impide progresar.
Es cierto que, hemos sido países explotados, pero la nuestra es una doble explotación tanto desde lo externo como desde lo interno. Creer y culpabilizar de nuestras desgracias solamen te a los agentes externos es una actitud infantil, cobarde y tendenciosa. No todo lo que lamentablemente nos ocurre es producto de injerencias externas, sino y con mucho, de los malos manejos y de los evidentes asaltos a la endeble economía de nuestros países, por aquellos que, revestidos de discursos, democráticos o reivindicativos, no han sino disfrazado, su afán de tener. Me encanta la actitud a la que nos está invitando el Papa, hay que actuar con corazones desarmados y no llenos de odio. Esa es nuestra tarea, si queremos alcanzar la paz.