Su Palabra necesita el mundo, de ella tiene sed el corazón humano en cualquier parte donde se encuentre, no importa su color, su idioma y la situación que esté viviendo, anhela la Palabra de Dios. El Papa Benedicto XVI nos enseña: “Su palabra no solo nos concierne como destinatarios de la revelación divina, sino también como sus anunciadores” (VD 91). Su palabra es Jesucristo como Señor y Salvador, es una persona que ha puesto su tienda entre nosotros (Sn Jn 1,14), entra en dialogo con nosotros y nos acompaña siempre.
A diario escuchamos millones de palabras, estamos inundados de ellas, van y vienen. Palabras que deberían estar llenas de sentido, se presentan vacías e insípidas y hasta desvalorizadas. Pareciera que la belleza de la palabra humana se ha puesto al servicio del poder, tener y placer, de ahí la necesidad del anuncio explícito de nuestro Señor Jesucristo, Palabra eterna del Padre, hecha carne, testimoniada en las Sagradas escrituras. El Papa Francisco en la alegría del Evangelio nos recuerda que “toda evangelización está fundada sobre ella, escuchada, meditada, vivida y celebrada”(EG 174) Estamos invitados a ser oyentes audaces de su Palabra, que están arraigados en la misma y por eso la anuncian en cada sector de su actividad, ahí donde cada día nos jugamos la vida en la familia, en las ocupaciones, trabajos, recreación, alegrías y sufrimientos.
Su Palabra es el Evangelio que todo el pueblo de Dios está llamado a anunciar porque “en todos los bautizados, desde el primero hasta el último, actúa la fuerza santificadora del Espíritu que impulsa a evangelizar” (EG 119). A evangelizar en el mercado, las plazas, los hospitales, las escuelas, colegios, universidades, centros comerciales, en las calles, cruces de caminos ya que “la nueva evangelización debe implicar un nuevo protagonismo de cada uno de los bautizados” (EG 120). Todos por la fe, anunciamos Su Palabra buscando que ella se convierta en el corazón del mundo, de cada hombre y de cada mujer dándoles vida y vida en abundancia (San Jn 10,10). Su Palabra nutra y alimente el mundo y en el viva y reine la Pascua de Jesús. Es nuestra bella misión desde la fe.