La misión de la Iglesia es llevar a los jóvenes a comprender la riqueza del Evangelio

Muchos grupos juveniles han olvidado, a raíz de la pandemia, la alegría de servir

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Hoy se está viviendo una separación de los sacramentos de la vida, sobre todo en los jóvenes, como si estos no tuviesen implicación en ella. Es por eso que algunos teólogos hablan de sacrametalización de la vida, es decir, una vida de los sacramentos.

Desafío

En la etapa de la adolescencia y juventud, es crucial que los jóvenes comprendan la implicación de los sacramentos en sus vidas. La separación entre estos y la vida diaria, es un problema que debe ser abordado con urgencia, ya que, si los jóvenes no logran vivir una experiencia profunda con Jesús, no podrán entender su vida como una acción en el que Dios actúa constantemente.

Acompañamiento

Para acompañar a los jóvenes en este camino, es esencial que se sientan parte de una comunidad donde puedan experimentar la fe y encontrar en Dios respuestas a sus miedos e inquietudes. La creación de espacios donde puedan expresar sus dudas y explorar su fe de manera abierta; es fundamental para fortalecer su relación con Dios Los líderes juveniles, mentores y padres deben guiar a los jóvenes, mostrando con su ejemplo cómo es posible vivir una vida cristiana auténtica. Esto implica presentarles un Dios cercano, amoroso y lleno de misericordia, que los acompañe en cada etapa de su vida.

Misión

“La misión de la Iglesia es clara, presentar a Jesucristo de una manera que los jóvenes lo comprendan, lo vivan y lo celebren”, así lo expresa el Padre Alberto enamorado, asesor de Pastoral Juvenil Arquidiocesana. Asimismo, el presbítero agrega que “se deben desarrollar métodos pedagógicos y creativos, iluminados por el Espíritu Santo, que ayuden a los jóvenes a ver a Dios como la respuesta en sus vidas, vinculando cada etapa con una formación humana y espiritual que responda a sus necesidades”.

LA IGLESIA ES ESPERANZA PARA LOS JÓVENES

En un contexto donde los jóvenes son cada vez más vulnerables, la Iglesia y los líderes de los movimientos, tienen la responsabilidad de ser un faro de esperanza, ofreciendo una formación que integre la vida en todas sus dimensiones y que muestre a los jóvenes el rostro vivo y real de Jesús, quien les quiere vivos, como enfatiza el Papa Francisco en la Exhortación Apostólica Cristus Vivit.

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