“Señor, ¿Cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces? dijo Jesús: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”. Este relato lo encontramos en el Evangelio de San Mateo 18, 21-22. Esta es una clara invitación de cómo ser misericordiosos.
Perdonar
El perdón es un don otorgado por Dios que nos acerca más a tener un balance en nuestra vida y que nos vuelve como Él, porque si Él nos perdona nosotros también estamos llamados a ser como Dios. El Padre Cecilio Rivera, profundiza sobre las dimensiones de esta virtud al decir que “El perdón es necesario, porque nos abre a la posibilidad de volver a amar. El perdón es volver, es renacer y como dice San Pablo en una de sus cartas, Dios ya nos perdonó en la persona de Jesús al morir en la cruz”. Además, el Padre Rivera enfatiza en que debemos de imitar al Señor, porque Él lo vivió incluso al final de su vida al decir: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen”.
Cambio
El perdón se ha visto relativizado en nuestra sociedad, fomentando el egoísmo, rencor y enojo como si fuera parte de nuestra “normalidad”, sin embargo, tal como el Padre Cecilio lo indica, el perdón puede otorgarse una vez nosotros hayamos reconocido el de Dios, porque debemos recibirlo como hijos, luego nosotros podemos ofrecerlo a los demás y con nosotros mismos.
1 Aceptación
La psicóloga Claudia Pizatti, asegura que “El perdón permite aceptar personas, momentos y circunstancias; además, se ha comprobado que esta realidad genera un estado de apatía y desconexión social que va limitando poco a poco la capacidad que tenemos de relacionarnos con el mundo. Perdonar es importante”.
2 Eternidad
Unas 490 veces es el resultado de multiplicar setenta ocasiones el número siete. Jesús lo utiliza como una disposición de perdonar siempre, pero recordando lograr sanar las heridas que se hayan generado de una ofensa. Por otra parte, se sabe que es complicado perdonar, pero el ejemplo de Jesús nos debe motivar a esto.
3 Oración
Debemos orar para tener la fortaleza de perdonar a los que nos agravian, y debemos despojarnos de los sentimientos de enojo, rencor o venganza. Debemos, asimismo, buscar lo bueno en los demás, en vez de centrarnos en sus defectos y exagerar sus debilidades. Dios será el juez de las acciones dañinas de los demás.