Cuando termina el tiempo Pascual, litúrgicamente la Iglesia nos invita a vivir una serie de fiestas, mejor dicho, solemnidades, que son como repercusiones del tiempo Pascual, incluso podríamos llamarles consecuencias. En primer lugar, la semana pasada hemos celebrado la solemnidad de la Santísima Trinidad. Bien sabemos que toda la vida de un cristiano está marcada precisamente por su fe en un Dios uno y Trino. La siguiente de esta solemnidad es la que celebramos precisamente este domingo: la solemnidad del Cuerpo y la Sangre del Señor.
Quiero gastarme este espacio de este fin de semana, precisamente para subrayar la importancia de atrevernos a dejar de utilizar el término Corpus Christi para referirnos a esta fiesta. Aunque no sea incorrecto utilizar el término, recordemos que, al hablar del Corpus, solo nos estamos refiriendo entonces al Cuerpo del Señor y no estamos haciendo referencia también a su Sangre que, de hecho, desde el punto de vista escriturístico es el tema al que mayor se hace referencia tanto en los textos del antiguo testamento como del nuevo testamento. Esto es absolutamente lógico dado que es en la sangre, donde los judíos identificaban el principio de la vida. Por eso les resultó tan escandaloso el escuchar a Jesús hablar de comer su Carne y muchísimo más de beber su Sangre.
Esta fiesta, que lo que pretende es recordarnos el valor tan trascendental que tiene el sacramento de la Eucaristía en la vida de todos los cristianos muchas veces termina siendo malinterpretada y, sobre todo, mal vivida. Claro no es solo la fiesta la malentendida sino y, sobre todo, la misma Eucaristía. Duele mucho ver actitudes de verdadero irrespeto a la Santa Misa entre aquellos que nos llamamos creyentes. Empecemos por el hecho que nos parece que esto de comulgar es asunto de llegar a las Misas y ya. No hay conciencia de la pureza necesaria para acercarnos a recibir la comunión, llegamos a la misa a la hora que nos da la regalada gana y salimos huyendo de ella como quien solo fue a cumplir por cumplir.
En estos días han vuelto a hacer circular unas palabras del Papa en una Audiencia General en la Plaza de San Pedro en que señalaba que era necesario dejar de usar tantos celulares en la Misa para tomar fotos y eso… más no sabe que no solo sacan los celulares para tomar fotos sino para ponerse a “chatear” o ver “tik toks”.
El asunto es que, es de lamentar que hoy en día el respeto por el Santísimo Sacramento del Altar es increíblemente pobre. Generaciones están creciendo sin el respeto debido y el amor por visitar al Señor en sus tabernáculos. Nuestra solemnidad debería recuperar aunque sea un poco ese respeto y amor por la Eucaristía. Nada es poco por lograr que apreciemos más el misterio que nos salva.