En un mundo marcado por la prisa y la inmediatez, la oración se ha convertido en un recurso al que muchas personas acuden en busca de consuelo, orientación o solución a sus problemas. Sin embargo, ¿Qué tan efectiva puede ser nuestra oración si no va acompañada de un cambio real en nuestra actitud y comportamiento? Ricardo López, un feligrés asiduo de la Catedral Metropolitana San Miguel Arcángel, reflexiona sobre esta cuestión con profundidad al decir que “Muchas veces nos encontramos pidiendo en nuestras oraciones por situaciones difíciles o por la paz en el mundo, pero luego nuestras acciones diarias no reflejan ese deseo de cambio”. Al igual, comenta con sinceridad, que “es como si esperáramos que la oración por sí sola resolviera todo, olvidando que nosotros también tenemos un papel importante que desempeñar”.
Concordancia
Esta perspectiva encuentra eco en las palabras de Carlos Fernández, miembro activo del Movimiento Cursillos de Cristiandad. Para él, “La oración auténtica va más allá de meras palabras dirigidas al cielo”.
1 Coherencia
La realidad nos confronta con la brecha entre lo que pedimos en nuestras oraciones y cómo vivimos nuestras vidas. Es común encontrar casos de personas que claman por la paz en el mundo, pero que perpetúan la violencia en su entorno.
2 Conexión
Carlos Fernández agrega que “la oración nos conecta con lo divino, pero también nos conecta con nuestra propia humanidad. Nos recuerda que somos parte de un todo más grande y que nuestras acciones tienen un impacto en el mundo que nos rodea”.
3 Cambios
Nuestra oración debe de ser el inicio de un proceso de transformación personal y social. Que cada palabra dirigida al cielo esté respaldada por una disposición real para cambiar, para ser mejores personas y contribuir al bien común.