El V domingo de cuaresma marcó el traslado anual del venerado Cristo de la Misericordia por las calles del centro histórico de Tegucigalpa, desde el templo San Francisco hasta la Catedral Metropolitana, en un acto lleno de tradición y devoción.
Bajo el versículo “Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen” (Jn 10,27), el Cristo de la Misericordia bendijo a cada fiel presente, quienes acompañaron la procesión con profunda fe y esperanza.
El recorrido estuvo acompañado por las solemnes composiciones de la Banda de Comayagua y contó con la participación de al menos 100 miembros de la Hermandad de la Venerada Imagen del Cristo de la Misericordia, quienes lideraron la procesión con fervor.
Rony Caballero, presidente de la hermandad, destacó el papel fundamental de esta agrupación, en la custodia de la imagen y la importancia de esta tradición que, durante más de 20 años, ha sido una bendición para la comunidad, gracias al Cristo de la Misericordia.
Mélida Ruiz, una devota presente en el recorrido compartió cómo su fe en Jesús la motiva a participar en esta bendición, resaltando el significado espiritual que tiene para ella.
Por otro lado, Edith Funez, madre de varios miembros de la Hermandad, compartió que, pese al dolor por la reciente pérdida de uno de sus hijos, esta experiencia fue una manifestación de fe a la vez elevó oraciones por su eterno descanso de su ser querido.
Año tras año, la venerada imagen es trasladada desde la Iglesia San Francisco hasta la Iglesia de La Merced en Tegucigalpa, pero debido al cierre y reparación de algunas vías del centro histórico, este año la ruta concluyó en la Catedral Metropolitana, donde la comunidad continuó honrando al Cristo de la Misericordia.
