En la reflexión del Ángelus, en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco resalta que el Evangelio de hoy nos muestra a un Jesús que predica en la sinagoga, cura a los enfermos y endemoniados, se retira en oración y retoma su camino. Reconociendo que estas acciones nos demuestran que debemos tener una fe madura, que nos ponga en camino, y nos haga salir como Jesús al encuentro de la humanidad herida.
“Miremos, entonces, el camino de Jesús, y recordemos que nuestro primer trabajo espiritual es este: abandonar el Dios que creemos conocer y convertirnos cada día al Dios que Jesús nos presenta en el Evangelio, que es el Padre del amor y el Padre de la compasión. El Padre cercano, compasivo y tierno. Y cuando descubrimos el verdadero rostro del Padre, nuestra fe madura: ya no nos quedamos como “cristianos de sacristía” o ‘de salón’, sino que nos sentimos llamados a ser portadores de la esperanza y la sanación de Dios”.
Después del rezar el Ángelus, el Santo Padre dio a conocer que el próximo 10 de febrero, millones de familias celebrarán, en Asia oriental y en otras partes del mundo, el fin del año lunar, a ellos les envió un cordial saludo, y les dijo “Deseo que esta fiesta sea una ocasión para vivir relaciones de afecto y gestos de atención que contribuyan a crear una sociedad solidaria y fraterna, en la que toda persona sea reconocida y acogida con su inalienable dignidad”. Además, invocó la bendición del Señor sobre todos, y los invitó a rezar por la paz que el mundo tanto anhela y que, hoy más que nunca, está en riesgo en muchos lugares. “La paz no es responsabilidad de unos pocos, sino de toda la familia humana: ¡cooperemos todos para construirla con gestos de compasión y valentía!”.