La Liturgia de la Palabra de hoy domingo 14 de enero 2024, nos presenta el tema de la vocación o llamada de Dios y la respuesta del hombre ante este llamado que cambia la vida. Samuel, tiene una expresión tallada en oro: “Habla, Señor, que tu siervo te escucha”. Y Jesús, ante la pregunta “¿dónde vives?” responde: “Vengan y vean”. Seguir a Cristo Jesús es una decisión personal que exige fe y riesgo. En la primera lectura nos encontramos ante el relato de la vocación del profeta Samuel, a quien Dios reiteradamente llama por su nombre mientras duerme.
Samuel había sido entregado por su madre a Elí, para servir a Dios. En un principio el joven acude a Elí, pensando que es el anciano sacerdote quien lo llama, hasta que Elí le recomienda responder: «Habla, Señor, que tu siervo escucha» (1 Sam 3, 10) con esta respuesta Samuel responde a Dios, manifestándole estar dispuesto a hacer lo que Él le pida.
En el Evangelio escuchamos que Juan, al igual que lo hizo durante el Bautismo de Jesús en el Jordán, lo describe e identifica como : “El Cordero de Dios”; con esta designación el Bautista da a entender que Jesús es no sólo el cordero pascual cuyo sacrificio y sangre derramada librará al mundo del peso del pecado y del poder de la muerte como dice el Éxodo 12, 1, sino que también es el Siervo de Dios por excelencia, al escuchar a Juan hablar de Jesús, sus dos discípulos se fueron tras Él, siguiéndolo a cierta distancia, porque el testimonio arrastra a otros al encuentro. La pregunta hecha por Jesús al verse seguido por esos dos jóvenes: “¿Qué buscan?” no fue casual, porque él sabía lo que movía el corazón de aquellos jóvenes, tener un encuentro con el Mesías prometido por Dios; y desconcertados no responden a la pregunta sino que a su vez le preguntan: “¿Dónde vives?” una pregunta que no busca evadir la respuesta y que no la hacen por mera curiosidad acerca del lugar físico en el que moraba el Señor, sino que equivale más bien a un “muéstranos quién eres y El los invita “Vengan y lo verán, es decir “vengan conmigo y les mostraré quién Soy yo”.
El encuentro de aquella tarde debió ser muy intenso, pues el impacto que causó en aquellos jóvenes fue tremendo. Por eso, luego del encuentro, lo primero que hacen es ir corriendo a buscar a Pedro, hermano de Andrés, para compartirle su importantísimo descubrimiento: “¡Hemos encontrado al Mesías!” hallazgo que necesitaban difundir y compartir inmediatamente, llevando también a otros al encuentro con El; tal cual debe ocurrir con quienes lo conocemos. Hoy en día, Jesús sigue llamando a personas que quieran seguirle para cumplir una determinada misión en el mundo y responder que sí, es suficiente para que comience una aventura difícil de explicar, porqué con Jesús, la vida cambia y de paso el barrio, la familia, la sociedad, tal como les sucedió a los dos discípulos quienes fueron, vieron y se quedaron con él, acogiéndolo como una opción fundamental de vida y una llamada a la conversión.