Mons. Nácher: “Entremos en el Misterio sin miedo, es como decir, abracemos la vida con ilusión”.

"En Jesucristo, Dios se nos revela conforme a nuestras capacidades. Algún día lo contemplaremos en todo su esplendor, así como es Él. Hoy lo podemos ver, por el don de la fe, a través del Misterio, en el cual Dios nos da a conocer su Amor, al mismo tiempo que nos guarda de su inmensa grandeza" dijo

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En el mensaje del señor Arzobispo de Tegucigalpa, Monseñor José Vicente Nácher Tatay C.M., para este domingo en donde celebramos la Solemnidad de la Santísima Trinidad, le recordó a la feligresía que “Vivimos en el Misterio de Dios, no como una amenaza, sino como un regalo. ¡Vivimos!, es algo que casi no valoramos o no somos conscientes, pero marca la diferencia primera y radical con todo lo que no es, o no es consciente de ser”.

El arzobispo invitó a vivir trinitariamente a la novedad del misterio de la Santísima Trinidad.

El prelado recordó que este es un gran misterio para la vida de los cristianos a decir que “No hay nada que nos haga tan humanos como este Misterio de Dios. Por la sencilla razón que de “Él venimos y en Él existimos” y la auténtica humanidad es reflejo de la comunicación de Amor en la Santísima Trinidad”.

Por otra parte Monseñor Nácher recordó que “por el Bautismo, Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo habita en nosotros, por ello en nosotros hay una capacidad de dar y de darnos, que ninguna otra criatura tiene ni tendrá”. De igual forma expresó que “la fiesta de la Santísima Trinidad, evidentemente, no es tanto una cuestión de comprensión intelectual, sino de aceptación amorosa de una realidad siempre mayor a nosotros”.

El sexto arzobispo de Tegucigalpa, también mencionó que “sólo se vive plenamente cuando se cree. Empieza a morir quien ya no cree en nada ni nadie. La fe no es una opción secundaria, o una decisión arbitraria, la fe es la participación en una realidad que nos supera, nos envuelve y nos sostiene”

Finalmente monseñor sugirió que “vivamos trinitariamente, es decir, con fe, esperanza y amor. Vivamos trinitariamente: agradecidos a Dios, cercanos a los hermanos, abiertos a la novedad del Espíritu” y culminó diciendo que “vivir en el Misterio de Dios, es vivir en la tierra la gloria del cielo, donde alabaremos por siempre al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, en una alegría perfecta y sin fin”.

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