“Al discernir mi alma queda en paz y tranquila” dice San Ignacio de Loyola

El discernimiento es una dimensión de la persona que le permite tomar decisiones acertadas siempre buscando cumplir la voluntad de Dios

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Al escuchar las reflexiones de San Ignacio de Loyola, que bastante sabía y conocía de la vida espiritual, podemos partir para profundizar en el discernimiento, sobre todo, en la vida cotidiana.

El padre Jesús Manuel Sariego, de la Compañía de Jesús, nos comparte a la luz de este gran santo que discernir es buscar la voluntad de Dios para ponerla en práctica, pero también para comprometerse con sus designios. “Discernir no es lo mismo que elegir entre el bien y el mal porque de esto se encargan los mandamientos y la moral, sino más bien, elegir entre dos buenas opciones” y agrega que San Ignacio al final expresa que “Mi alma queda en paz y tranquila”.

Cotidianidad

Para la vida cotidiana, hay que tener en cuenta que, al momento de tomar decisiones, se debe partir de lo que se siente, lo que se experimenta. Buscar pros y contras de la alternativa, pero siempre sobre la sinceridad, utilizar la razón y también la voluntad para actuar de manera libre. Ponernos en camino con Él, con su Palabra y dejarnos conducir por el Espíritu Santo que nos invita al silencio, soledad y estar atentos a la voz del Padre que nos hace tomar las mejores decisiones y así llevar a cabo su voluntad. Siempre preguntarnos: ¿Cuál es la voluntad de Dios? Que seamos libres y llevar a cabo los deseos más profundos de nuestro ser.

Consolación

Para realizar cualquier discernimiento lo más importante es estar en estado de consolación, lo que quiere decir, en tranquilidad absoluta. No es aconsejable tomar decisiones en momentos difíciles o de desesperación.

1 Vocación

La vocación no es algo que tú inventas; es algo que encuentras. No es el plan que tú tienes para tu vida, sino el proyecto de amistad que Jesús te propone y te invita a realizar. No es principalmente una decisión que tú tomas sino una llamada a la que respondes.

2 Descubrimiento

Para descubrir lo que Dios quiere de ti tienes que escuchar, mirar y experimentar. Para esto se necesita hacer silencio interior y exterior; el ruido impide percibir. Hay que estar atento a lo que se mueve en el interior: deseos, miedos, pensamientos e inquietudes.

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