Vivimos en un mundo convulsionado, sumergido en un constante relativismo donde todo aquello que cause satisfacción y no afecte a los demás, está bien vivirlo; sin embargo, todas estas tentaciones modernas, si podemos denominarlas, no son más que estrategias que desvirtúan nuestra unión con Cristo.
El padre Rodolfo Varela, sacerdote de la Arquidiócesis de Tegucigalpa, nos habla al respecto al decir que “La tentación no es el pecado, pero si la ocasión que nos conduce a caer. La tentación busca vulnerar al ser humano para realizar todo aquello que destruye la buena relación que se tiene con Dios y con la naturaleza creada”.
En la actualidad las tentaciones se encuentran a la orden del día, siendo ofertadas en prácticamente todo lo que consumimos con mensajes subliminales para hacernos creer que es “normal” que vivamos estas realidades. Por ejemplo, las producciones televisivas que exponen en su máximo esplendor la pornografía, adulterio, consumo excesivo de bebidas alcohólicas, probar y consumir drogas, chismes y calumnias que como lo mencionábamos en un inicio, mientras no haga daño a nadie y me genere placer, todo está bien y es que, abandonar los valores e ideales del mundo porque son totalmente opuestos a los valores del reino, parece lógico, pero lograr esto en lo íntimo del ser implica autentica fuerza de voluntad.
De igual manera, el padre Varela, explica que “la tentación nos hace creer que aquello con lo que somos tentados podemos ser felices, reduciendo la felicidad a un objeto creado, que nos hace dudar de la presencia de Dios y de las consecuencias del pecado, la tentación nos quiere completamente lejos de Él”.
Finalmente, el presbítero expone que “salir de nosotros mismos y donarnos a los demás, es la recomendación por excelencia para alejarnos de toda tentación porque quien sirve es feliz y está cerca de Dios siempre”.
1 Oración
Escuchar y reconocer la Palabra de Dios revelada en las Sagradas Escrituras y manifestada en los acontecimientos de la propia historia.
2 Ayuno
Es muy importante la práctica del ayuno porque esta nos ayuda a tener dominio de nosotros mismos ante las tentaciones.
3 Custodiar
Debemos cuidar todo lo que somos y donde nos desenvolvemos. Lo que vemos, oímos y hablamos, para no darle cabida al príncipe de la mentira y sus encantos.
